Editorial: Hay que detener las redadas familiares

Es injusto que madres e hijos estén en igual prioridad de ICE que narcotraficantes

Una madre hondureña sostiene a su hija de 3 años, después de entregarse con su familia a los agentes de la Patrulla Fronteriza el 8 de diciembre de 2015 cerca de Rio Grande City, Texas.

Una madre hondureña sostiene a su hija de 3 años, después de entregarse con su familia a los agentes de la Patrulla Fronteriza el 8 de diciembre de 2015 cerca de Rio Grande City, Texas. Crédito: John Moore | Getty Images

Las redadas migratorias de 2016 no se hicieron esperar. Las informaciones indican que por lo menos 11 familias centroamericanas el sábado fueron sacadas de sus hogares en Georgia y Texas por agentes migratorios porque su petición de refugio fue rechazada. Este es el comienzo de una injusticia que pone en peligro la vida de personas que vienen huyendo de la violencia, al regresarlas a sus naciones.

El motivo principal del operativo en este momento es desalentar una nueva ola de nuevos emigrantes procedente de El Salvador, Honduras y Guatemala que se aventuran a cruzar México para llegar a Estados Unidos. Los métodos disuasivos nunca funcionaron. En este  caso especialmente, porque esta inmigración no es principalmente económica sino que se asemeja al del refugiado que huye por su supervivencia. No es realista pensar que la perspectiva de deportación va a detener el éxodo de la madre y/o el hijo amenazados de muerte por las pandillas.

La lógica indica que la persecución y la expulsión de mujeres y niños no debería estar, especialmente en estos días, entre la prioridades del Departamento de Seguridad Interna.

Pero lo está, gracias al memorando de noviembre de 2014 donde se establecen las prioridades de deportación y la discrecionalidad que tienen las autoridades. Se suponía que esto significaba que ICE se centraría en los delincuentes peligrosos, pero en la segunda prioridad del memo, se mezcla el abuso y la explotación sexual, con el arribo al país después de enero de 2014. Es lo mismo, según este punto, un traficante y distribuidor de drogas que, por ejemplo, una madre con su hijo que arribó en el verano del 2014 para salvar la vida del vástago.

La Administración Obama, después de las bienvenidas acciones ejecutivas, regresa a su papel infame de deportador, aunque de un manera más agresiva contra los más indefensos con redadas nocturnas en hogares para llevarse familias. ¡Indignante!

Para colmo, hay que escuchar el cacareo de Donald Trump tomando crédito de que su crítica odiosa a la inmigración es la responsable de esta acción. Es posible imaginar que la prioridad de un gobierno del millonario sea deportar madres y niños, pero es inadmisible que esto ocurra ahora. ¡Las redadas deben de suspenderse de inmediato!

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