Contralor Stringer denuncia que la burocracia sofoca a pequeños negocios

El Departamento de Edificios es el que más insatisfacción deja entre los ciudadanos

El contralor de la Ciudad Scott Stringer le envió una carta a la Comisión de Derechos Humanos para tomar medidas acerca de los caseros que discriminan en contra de los desamparados.

El contralor de la Ciudad Scott Stringer le envió una carta a la Comisión de Derechos Humanos para tomar medidas acerca de los caseros que discriminan en contra de los desamparados. Crédito: Oficina del Contralor / Suministrada | Oficina del Contralor//Suministrada

La renta es muy alta. Es una de las quejas más frecuente entre los dueños de pequeños y medianos negocios de la ciudad. Pero no es la única. Después de meses de estudio, la comisión Red Tape formada por el contralor de la ciudad, Scott Stringer, hizo público ayer un informe que revela que la burocracia de la ciudad está sofocando a emprendedores y negociantes. Este estudio señala que una de las agencias que más insatisfacción genera es el departamento de Edificios.

Según los cálculos hechos por la comisión la ciudad de Nueva York tiene algo más de 6,000 reglas y regulaciones, 250 licencias y permisos relacionados con distintos aspectos de actividades empresariales y 15 agencias distintas que supervisan a los pequeños negocios. “Antes de abrir, un restaurante en Nueva York debe obtener, al menos, 30 permisos, inscripciones, licencias y certificados además puede tener que experimentar 23 inspecciones distintas”, describe.

El argentino Cristian Ferreira, uno de los dueños del mínimo café Latte Art, en el sur de Manhattan, explicaba que tuvo que batallar para que le dejaran abrir su local sin necesidad de que pusiera un baño para los clientes. El lugar es tan pequeño que no tiene sillas ni mesas y físicamente parece más un largo pasillo que un café. El problema se solucionó pero el mismo día de la apertura las autoridades lo cerraron porque el fregadero de su pequeña cocina no tenía los tres compartimentos obligatorios para un café.  Él no lo iba a usarlo porque no hay tazas o cucharas que lavar puesto que el café es siempre para llevar, pero el reglamento es el reglamento. Ferreira corrió a comprar uno, instalarlo y conseguir el permiso para abrir. El fregadero está nuevo como el primer día y él tiene su café abierto.

Los cálculos de la comisión de la contraloría, que ha pulsado la opinión de centenares de empresarios, apuntan a que toma una media de 225 días (unos siete meses y medio) abrir un negocio, algo que es una “gran carga para cualquier negocio pero sobre todo para los pequeños emprendedores con recursos limitados”.

Los pequeños negocios, que son el 95% de los de la ciudad y emplean a más de un millón de personas, “son la columna vertebral de la economía de nuestra ciudad”, explicaba ayer Stringer, “pero muchas veces, el gobierno es un obstáculo, no un socio, a la hora de ayudarles a crecer en Nueva York”.

La comisión, al frente de la que estaban los líderes de dos Distritos para el Desarrollo de negocios (BID) que han consultado a centenares de empresarios, ha hecho una lista de 60 recomendaciones para mejorar la eficacia de la ciudad y mejorar el clima empresarial.

Entre ellas, una de la más prominente es establecer plazos claros para la aprobación de permisos y licencias y hacer responsables a las agencias y departamentos si estos no se cumplen.  En este sentido también se quiere que se pueda hacer seguimiento de cómo se procesan esos permisos.

Los empresarios también coinciden en que hay que hacer un mejor uso de la tecnología y permitir la presentación electrónica de documentos y solicitudes de permisos. Adicionalmente se pide que se mejoren los servicios en otros idiomas que no sean el inglés y que se ayude a los empresarios a cumplir con las reglamentaciones en vez de multar.
Con respecto a los alquileres, esta comisión recomienda que se reforme el impuesto de la renta comercial ya que los incrementos de estas están poniendo entre la espada y la pared a muchos empresarios.

El 48% de los empresarios entrevistados dicen que no se sienten bien tratados por las agencias de la ciudad y que no se les comunica adecuadamente las expectativas y requerimientos. El nivel de insatisfacción con estas es elevado y en una escala del 1 al 5 (siendo 1 el peor grado), los empresarios dan un grado de 2 a las agencias. No todas están mal posicionadas. El Departamento de Servicios a Pequeños Negocios (SBS) es uno de los que más satisface a los ciudadanos.

La agencia peor posicionada es la de Edificios (Department of Buildings) debido a la tardanza con la que se responden a las peticiones de permisos que son clave para permitir la apertura de locales. Los empresarios dicen que en muchas ocasiones se sienten obligados a contratar la labor de “expediters” (personas especializadas en agilizar los trámites) o “representantes de solicitudes” que cobran comisiones por servicios que en teoría facilitan gestionar los requisitos y demandas del DOB.

Estos expediters no son personal del DOB y según el informe el mero hecho de que los negocios se vean obligados a contratar a estas personas es ya en sí mismo un problema. Es más, el 53% no cree que la labor de estos sea efectiva. La comisión Red Tape recomienda dividir este departamento en dos agencias, una que haga inspecciones y otra que apruebe los trabajos de construcción.

El SBS es una de las agencias cuyos servicios satisfacen más a los usuarios aunque hay una cierta confusión con respecto al propósito de cada servicio. Gregg Bishop, comisionado del  SBS recordaba ayer que el alcalde, Bill de Blasio, lanzó el año pasado Small Business First, una serie de compromisos para reducir la carga regulatoria en los negocios que nació de las sugerencias hechas por los empresarios, entre ellas más coordinación entre agencias y una mejora de los procesos.

“El SBS ya ahorra una media de 2.5 meses en los plazos de aperturas de nuevos negocios gracias a sus servicios de aceleración personalizados”, explicaba Bishop. De hecho, este acelerador ha sido uno de los servicios más apreciados por el comité.

Minorías y mujeres

  • La certificación como empresa de mujeres o minorías (M/WBE) es muy compleja. El 20% de los que han respondido al comité Red Tape se identifican como M/WBE pero no se certifican por lo difícil que les resulta.
  • Se solicita que se cree un único documento de certificación para la ciudad y el estado, con estándares compartidos.
  • La comisión pide que se ayude a estas empresas a ganar más contratos de la ciudad
  • Debe crearse una herramienta online que identifique M/WBE para contratación pública.

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