La Marqueta avanza en su nueva dirección

La puertorriqueña Tabatha Lozano abre Sprinkle Splash para endulzar el futuro de un mercado con una historia tan latina como el propio Harlem

La dueña de Sprinkle Splash, Tabatha Lozano en La Marqueta.
La Marqueta, pequeños negocios, desarrollandose para la comunidad.
Photo Credito Mariela Lombard/El Diario NY.

La dueña de Sprinkle Splash, Tabatha Lozano en La Marqueta. La Marqueta, pequeños negocios, desarrollandose para la comunidad. Photo Credito Mariela Lombard/El Diario NY. Crédito: Mariela Lombard | El Diario

El día que Tabatha Lozano vio el local de 600 pies cuadrados en su vecindario en El Bronx pensó que había encontrado, por fin, el lugar ideal para abrir la tienda con la que soñaba. Descendiente de puertorriqueños, esta mujer llevaba varios años haciendo bizcochos con elaborados diseños de fondant que vendía por encargo y quería asentar su empresa. “Pero cuando me dijeron que la renta era de $8,500 mensuales y que, además, tenía que pagar $15,000 más en impuestos de propiedad, lloré. Pensé que jamás podría poner una tienda si ya en El Bronx me pedían esa cantidad”.

Lozano, de 42 años, abrió hace unos días su tienda Sprinkle Splash. No en El Bronx sino en un lugar donde su madre, una puertorriqueña afincada en El Barrio, compraba todo lo que necesitaba la familia cuando ella era niña. Se trata de La Marqueta, un espacio comercial bajo las vías de Metro North en Park Avenue a su paso por Harlem.

La Marqueta./ Mariela Lombard/El Diario NY.
La Marqueta./ Mariela Lombard/El Diario NY.

Para Lozano, este es el lugar de su oportunidad para establecerse como empresaria y pastelera. “Aquí pago una renta de $700 al mes”, explica. Desde el NYCEDC, que es el dueño del espacio, se explica que este es “un espacio muy asequible en el que se ha trabajado en partenariado con la presidenta del concejo, Melissa Mark-Viverito”. Los empresarios que como Lozano se instalan allí pagan $35 por pie cuadrado, una renta comercial inusual en una ciudad en la que los dueños de los pequeños negocios pierden el sueño con los precios de los alquileres.

Sprinkle Splash es una de las ocho tiendas que están abiertas en este mercado y el local donde se ha instalado estuvo vacío durante tres años. Lozano hizo una inversión de $22,000 para poner a punto un comercio para el que que contó con la colaboración de su familia que ayudó con fontanería, electricidad, capintería e incluso la pintura. “La ventana se la compré al dueño de una casa en un pueblo cercano al río Hudson que estaba reformando su vivienda”, explica.

La mayor parte de la maquinaria que esta mujer usa la compró de segunda mano y ya la tenía cuando hacía sus bizcochos en casa y los vendía a través de redes sociales.

La ayuda de la familia y los amigos, que le prestaron el dinero, es algo que hace que se le humedezcan los ojos esta mujer que por primera vez se pone tras su propio mostrador. Emocionada describe escenas de sincera generosidad por parte de su madre, unos amigos que le ayudaron incondicionalmente, una ex jefa que le pagó un servicio de maquillaje que le hizo con un cheque de $2,500 en vez de los $75 que costaba el servicio (“¡mi inversor angel!”), e incluso de su propia hija . “No quería empezar mi negocio con una gran deuda y lo que me han prestado lo voy a devolver, mamá no lo quiere pero lo voy a devolver”.

La historia de Lozano y La Marqueta coinciden en algo crucial. Para ambas lo que está ocurriendo es lo que le llaman en EEUU un second act, es decir, crear la vida y carrera que realmente se desea o buscar una nueva dirección. Un nuevo comienzo.

Lozano, una mujer con muchas habilidades, trabajó durante más de 13 años en la revista People en Español en diferentes departamentos pero hace seis años hizo un bizcocho para 150 personas que una amiga necesitaba. A esta amistad le pedían $2,500 por el pastel y ella le dijo que si le compraba los ingredientes intentaría hacerlo gratis. La fondant no era algo que hubiera practicado en muchos años pero le salió tan bien que cuando puso la foto en medios sociales “me empezaron a llegar encargos”.

Uno de los elaborados bizcochos de Tabatha Lozano./Cortesía
Uno de los elaborados bizcochos de Tabatha Lozano./Cortesía

“En un momento dado me di cuenta que tenía dos trabajos a tiempo completo porque cuando llegaba de la revista me ponía a cocinar”, recuerda. Todo ese trabajo acabó llevándola, agotada, al hospital.

Lozano aprovechó que su jefa se iba y a ella le iban a reasignar otras funciones para decir a su familia que creía que tenía talento para sacar el negocio adelante. Era una apuesta porque tenían una vida muy estable pero la decisión de la familia fue que esta mujer, que no había estudiado en ninguna escuela culinaria pero tenía un don para manejar el dulce, se embarcara en esta aventura empresarial.

Ella misma hizo la investigación sobre cómo montar su empresa, su página web y vender. El verano pasado participó en el festival de comidas de Vendy Plaza (abierto en 2014) frente a La Marqueta, con mucho éxito, motivo por el que le ofrecieron un sito en el mercado.

La Marqueta es un proyecto que el concejo de la ciudad empezó a revitalizar en 2014 en coordinación con el departamento de Agricultura, el Empire State Development, y el New York City Economic Development Corporation (NYCEDC) para convertirlo en un mercado de alimentación, espacio abierto a la comunidad y oportunidades para la juventud además de una programación cultural para el vecindario. En el presupuesto de 2015 el concejo de la ciudad dedicó $3 millones a apoyar oportunidades para la expansión cultural y comercial de este espacio.

Desde 2014 la presidenta del concejo y representante de esta zona, se ha volcado con este proyecto para convertir este lugar y abrir La Placita como sede de enventos culturales y para el uso de los residentes además de proveer Wi-Fi gratis. De hecho Mark-Viverito estuvo en la inauguración de Sprinkle Splash, un día en el que se dieron cita para probar los dulces de Lozano más de 150 personas.

“El segundo día de operaciones llovió y no vendimos tanto” y explica que donaron los cupcakes a los bomberos y policías de la zona. El segundo día, de mejor clima, pusieron el cartel de “todo vendido”.

El deseo de las autoridades es que este mercado recupere el vigor de antaño y sea un centro social para El Barrio. Para Lozano es un lugar que le inspira a creer que “el sueño latino es posible, incluso si uno empieza con poquito”.

¿Cómo llegar?

El NYCEDC es quien examina las aplicaciones de los comerciantes para ocupar los espacios de este mercado, en el que quedan dos vacantes. Desde esta organización se explica que se examina el potencial del vendedor, su plna de negocio y el acceso al capital. Además se estudia si mantiene el estilo de este mercado con precios que son asequibles para los vecinos. Se intenta que las tiendas no se hagan la competencia unas a otras y que comercialmente presenten una oferta diversificada que atraigan a cada vez más público, no solo en la temporada alta de verano, sino también en invierno.

La Marqueta está abierta de 8.00 AM a 5.00 PM de la tarde y cierra los domingos pero desde el EDC se dice que se mantienen abiertos a la sugerencias y necesidades de los vendedores.

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