La instalación de lavadoras en escuelas de EE.UU. ayudó a reducir el ausentismo un 90%

Una empresa donó 17 equipos de lavadora y secadora a colegios de Misuri y California para animar a los niños con problemas de asistencia a lavar su ropa en la escuela, logrando resultados sorprendentes

¿Qué tendrá que ver un aparato tan cotidiano como una lavadora con un problema tan importante como la falta de asistencia de los menores a clase?

Más de lo que se puede pensar en un principio. En el caso de una serie de escuelas de varios distritos humildes de Estados Unidos, el hecho de contar con un set de lavadora y secadora en el centro educativo hizo que se redujera drásticamente el ausentismo escolar.

Y la conexión está en testimonios como el de Vanessa, una niña de 10 años.

“Cuando me levanto por la mañana y veo que no tengo ropa limpia normalmente termino quedándome en casa”, cuenta.

El programa tuvo tal éxito en su primer año que se va a extender a más centros escolares el próximo curso (Fotografía: Cortesía Whirpool)
El programa tuvo tal éxito en su primer año que se va a extender a más centros escolares el próximo curso (Fotografía: Cortesía Whirpool)

Razón para quedarse en casa

El ausentismo escolar se suele juzgar desde fuera como un síntoma de pereza o una consecuencia de falta de estructura en la familia del menor. Pero en algunos casos, la causa de ese ausentismo es algo tan sencillo y a la vez tan difícil de identificar desde fuera como la falta de ropa limpia.

Ante este panorama, la empresa de electrodomésticos Whirlpool intervino a través del Whirlpool Care Counts Program con un original proyecto: donó 17 pares de lavadoras y secadoras a distritos escolares de San Luis, Misuri, y Fairfield, California.

Las escuelas invitaron a niños con problemas de asistencia a traer su ropa para lavarla mientras están en clase y el resultado fue extraordinario: el ausentismo se redujo un 90% .

“En cuanto empezamos a traer la ropa, la asistencia mejoró casi de inmediato”, le dice a BBC Mundo Alison Guernsey, profesora de 7º grado (alumnos de 12-13 años) en la escuela David Weir en Fairfield, California. “Frecuentemente estos estudiantes son responsables de levantarse por las mañanas y prepararse para venir a la escuela por su cuenta, muchos de ellos vienen caminando”, explica.

“Si no tienen las cosas que necesitan incluida ropa limpia simplemente no vienen a clase, así que el hecho de poder lavar la ropa en la escuela tuvo un impacto muy fuerte”.

Los niños que participan en el programa se muestran más alegres y con mayor confianza en sí mismos (Fotografía: Cortesía Whirpool)
Los niños que participan en el programa se muestran más alegres y con mayor confianza en sí mismos (Fotografía: Cortesía Whirpool)

Un asunto delicado

Si se compara con factores como el desempleo, la falta de oportunidades económicas o el racismo institucional, la colada puede parecer algo insignificante en la lucha por mantener a los niños en clase.

Pero aunque ese puede ser el caso para los padres, para un niño de 10 años que ya tiene otros problemas, no tener nada limpio que vestir puede ser el factor decisivo para no querer ver a sus compañeros, o que lo vean.

Muchos de los estudiantes son responsables de prepararse para ir a clase y caminan a la escuela. Precisamente por ese componente de vergüenza que puede acompañar la falta de ropa limpia, en la escuela de Alison Guernsey trataron el tema con mucha discreción.

“Nos acercamos personalmente a los niños que tenían más problemas de asistencia y les ofrecimos la posibilidad de participar en el programa. Nos pareció la mejor manera de manejar la situación ya que creo, especialmente como madre, que a nadie le gusta ser juzgado. Es delicado cómo se aborda”, sostiene.

“Algunas familias no tienen acceso a una lavadora y secadora, a lo mejor porque viven en un apartamento y tienen que pagar extra por usarla o a veces simplemente porque no funciona. Esto les ayudó a eliminar una barrera“.

Muchos de los estudiantes son responsables de prepararse para ir a clase y caminan a la escuela (Fotografía: AP)
Muchos de los estudiantes son responsables de prepararse para ir a clase y caminan a la escuela (Fotografía: AP)

Cómo funciona

La ropa la puede llevar el propio niño al colegio o la pueden entregar sus padres una vez que han empezado las clases, lo que sea más adecuado a la necesidades de cada familia.

El nivel de discreción se mantiene, según afirma Guernsey. “No tengo noticia de que otros chicos sepan lo que está pasando, lo manejamos con tanta discreción que no es algo aparente”, cuenta. “Los niños no aparecen con una gran bolsa llena de ropa para lavar”, aclara entre risas.

Las familias eligen la forma más adecuada para llevar la ropa al colegio y hacer la colada (Fotografía: Cortesía Whirpool)
Las familias eligen la forma más adecuada para llevar la ropa al colegio y hacer la colada (Fotografía: Cortesía Whirpool)

Efecto inmediato

El éxito de la iniciativa no se mide sólo por las cifras que constatan esa aguda caída del ausentismo escolar, sino que se refleja sobre todo en la sonrisa de los niños y en el notable cambio de actitud que notan los profesores.

“Nos dimos cuenta de que los chicos eran mucho más felices, estaban en clase, mostraban una confianza que no siempre tenían”, señala Guernsey. “Estoy pensando en un par de estudiantes en particular que se veían diferentes de los otros chicos, realmente más tímidos en clase, muy poco participativos. Después de haber participado en el programa eran más abiertos, se notaba en las sonrisas de sus caras, estaban felices”.

La pequeña Vanessa, que participó en el programa, lo tiene claro: “Sentí que no tenía que preocuparme de nada más que de estar en clase aprendiendo “, cuenta. “Tener la lavadora y la secadora en la escuela significa que no tengo que preocuparme por la ropa sucia; me hace sentir más ilusionada y que encajo mejor“.

Los padres son también bastante favorables al proyecto, están contentos de tener este recurso para ellos. Para muchos de ellos, que tienen que esforzarse día a día para alimentar a sus hijos y garantizar su salud, un viaje de dos horas a una lavandería puede ser un lujo prescindible del que ahora ya no tienen que preocuparse.

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