Haciendo de los salones de uñas un espacio seguro para todas

Mi nombre es Aida Buestán y soy originaria de Ecuador donde tengo dos hijos. En 2002 dejé a mis niños en mi Cañar natal y me vine a Nueva York para poder mantenerlos mejor. Como muchas de mis compatriotas, poco después de llegar comencé a trabajar en la industria de los salones de uñas, nos decían que daban buenas propinas.

Sí, soy una de las miles de trabajadoras de salón de uñas que hacen que las mani-pedi de Nueva York sean la envidia del resto del país. Pero nosotras no sólo cuidamos de las uñas de nuestras clientas; creamos un espacio seguro donde pueden sentirse relajadas y recuperarse del estrés de nuestra ciudad.

Las trabajadoras de uñas estamos muy orgullosas de nuestro trabajo, del cuidado que realizamos pese a que nos lo ponen difícil.

Es difícil mantener la compostura después de meses trabajando jornadas maratonianas sin cobrar un centavo.

Es difícil sentirse segura y hacer sentir seguras a las demás cuando no tenemos ningún tipo de estabilidad laboral.

Es difícil mantener la moral alta y hacer bellas a las demás cuando se sufren humillaciones de manera constante.

Es difícil cuidar de la salud de nuestras clientas cuando no tenemos los medios para cuidar de la nuestra.

Por eso trabajadoras hispanas y asiáticas ya nos hemos unido y avanzamos juntas para mejorar una industria que queremos porque es nuestro oficio pero que también sufrimos. Cada día somos más trabajadoras uniéndonos en torno a la Coalición de Nueva York por unos salones de uñas saludables (NYHNSC es sus siglas en inglés).

Y ¿Saben qué? Patronos abusivos no pueden con nosotras. Nuestras familias y nuestras comunidades nos necesitan.

El año pasado el New York Times sacó a la luz muchas de las miserias que las trabajadoras de uñas hacemos frente diariamente. El gobernador Andrew Cuomo intervino. Las asociaciones de patronos trataron de bloquear en los tribunales la legislación de emergencia que impuso depósitos de fianza a los salones uñas debido al robo de salario.

Ahora los patronos de oponen a tener ventilación adecuada en el puesto de trabajo. Necesitamos ventilación en los salones de uñas. Las consecuencias de los químicos que usamos son nefastos para nuestra salud – abortos, infertilidad, cáncer. Yo lo he vivido. En el verano de 2006, perdí un niño de 2 meses. Se me cayó allí, en el salón, cuando fui al baño.  Le expliqué a mi supervisora como acababa de perder al niño y que me dolía todo el cuerpo. Ella me dijo que me tenía que quedar y seguir trabajando hasta el final del turno.  No he vuelto a tener hijos después.

La verdadera solución pasa por todas nosotras. Trabajadoras, clientas, familias, la comunidad en su conjunto. Nosotras sabemos que la única forma de mejorar nuestra industria es uniendo nuestras voces y formando un sindicato en nuestros puestos de trabajo. La lista de cosas a cambiar es larga pero estamos decididas a mejorar la industria.  El respeto y condiciones de trabajo dignas –incluyendo salarios que den para vivir y estándares de salubridad– son medidas que sabemos a día de hoy son indispensables pero inexistentes en nuestros salones de uñas.

Pero que no se preocupen nuestras queridas clientas, nosotras nos aseguramos de que los salones de uñas sigan siendo su espacio seguro. Pronto lo será para nosotras también.

-Aida Buestán es miembro de la Asociación de Trabajadoras de Uñas de Nueva York

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#Trabajo Robo de salario

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