Nadie debe morir en agonía como lo hizo mi hijo Miguel

Mi hijo Miguel Carrasquillo soportó una muerte agonizante debido a un cáncer cerebral. Él vivió los últimos meses de su vida abogando valientemente por leyes que autoricen la ayuda médica para morir como una opción para adultos con enfermedades terminales.

Esta semana se cumplen cinco meses de la muerte dolorosa de Miguelito, pero estoy llevando la promesa que le hice mientras tomaba su último aliento: ser parte del movimiento para convertir en realidad la ayuda médica para morir.

Miguel vivió en la ciudad de Nueva York meses antes de ser diagnosticado con un glioblastoma multiforme, un tumor cerebral agresivo y mortal. A pesar de soportar los tratamientos agonizantes y dolorosos para tratar de curar el cáncer cerebral, se le esparció al hígado, el estómago, los testículos y otros órganos vitales.

Mi hijo era un alma vieja con una sonrisa contagiosa, que sobresalió por su habilidad de luchar por el cambio, aún y cuando agonizando por el cáncer. Miguel tenía solo 35 años cuando el tumor cerebral agresivo le quitó la vida el 5 de junio, justo unos días antes de que entrara en vigor en California el End of Life Option Act (Opción al Final de la Vida).

Durante los últimos meses de su vida, Miguel me habló sobre su deseo de morir de manera pacífica tomando su último agarrado de mi mano, en su departamento modesto que rentaba a unas 30 millas de nuestro querido San Juan.

Debo confesar que cuando Miguel me dijo por primera vez que estaba considerando la ayuda médica para morir, dije ‘No”. Sin embargo, al ver a mi hijo sufrir, comprendí que nuestro Señor Jesucristo no tenía deseaba de que mi hijo, SU hijo, sufriera innecesariamente.

Como resultado, ahora creo que las personas que se están muriendo deben tener la opción de la ayuda médica para morir en paz y sin dolor.

Estoy orgullosa al decir que Miguel se convirtió para Compassion & Choices en el primer latino con una enfermedad terminal y defensor de la ayuda médica para morir. De inmediato grabó videos en inglés y en español pidiendo a los legisladores de los Estados Unidos y territorios, que aprobaran leyes de muerte médica asistida. Miguel se convirtió en la voz para los latinos, una comunidad que tanto amó y por la cual luchó hasta su último aliento.

Miguelito hablaba con orgullo mientras se refería a sí mismo como el “Brittany Maynard Latino.” Maynard también fue una mujer joven con una enfermedad terminal de cáncer cerebral, y como defensora de la causa, inspiró a California para que se aprobara la ley de muerte médica asistida. Brittany tuvo que mudarse desde su hogar en California, hacia el estado de Oregón en el 2014 para obtener acceso a la ley de Muerte con Dignidad. Ella tenía 29 años.

“Yo no tengo los recursos que Brittany tuvo de mudarse a un estado como California”, dijo Miguel. “Tengo que vivir y morir con este dolor terrible, con convulsiones y shocks eléctricos (en todo mi cuerpo)”.

Mi hijo no fue un pecador por querer morir en paz rodeado de sus seres queridos.

Simplemente quería terminar su sufrimiento, no por desesperación o depresión, sino para mantener algo de confort en los últimos días de su vida.

Me sostuve fuerte mientras Miguel terminaba una entrevista con el periodista Jorge Ramos de Univisión, solo 10 días antes de su muerte. Ramos acortó la entrevista cuando notó a un Miguel adormilado y confundido ante la pantalla del televisor.

“Esta ha sido una de las entrevistas más difíciles que he tenido que hacer”, Ramos escribió en su cuenta de Twitter unos días después.

Cuando la entrevista terminó y el equipo de video se retiró, Miguel tomó mi brazo como normalmente lo hacía, para evitar una caída y me guio a su amada pecera que decoraba su departamento.

La voz de mi hijo era frágil y balbuceaba sus palabras. Sin embargo, logró milagrosamente grabar su video a través de su celular en inglés y español donde suplicaba a los legisladores y a la gente que siguieran luchando por leyes de ayuda médica para morir.

Miguel murió 10 días después de grabar el video sin la ayuda médica por la que tanto luchó.

Su voz ha apagado, pero la mía no.

-Nilsa Centeno es madre soltera, secretaria de oficio y radica en Cidra, Puerto Rico.

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