Las cinco festividades de muertos más auténticas de México

Limpiando huesos, cazando patos o cocinando para las masas; los pobladores de diferentes zonas de Méxican recuerdan a sus seres queridos fallecidos de manera muy singular

MÉXICO.– Lejos de los disfraces de monstruos, brujas y demonios, cinco estados de México se anclan a sus tradiciones y personajes históricos para celebrar a sus muertos a la par que promueven el turismo regional y despiertan el interés de la Organización de las Naciones Unidas.

1. Limpiando huesos

La limpieza de huesos es una de las tradiciones más singulars en Campeche. /Getty Images
La limpieza de huesos es una de las tradiciones más singulars en Campeche. (Foto: Getty Images)

Durante los muchos años que Benancio Tuz ha vigilado el panteón de la localidad de Pomuch, Campeche, ha visto de todo lo que esta comunidad maya y otras a sus alrededores son capaces de hacer para mantener limpios los huesos de sus muertos.

“Al principio todavía tienen grasita pegada y hay que tallar fuerte”, detalla a la prensa local que, como cada año, visita el lugar para documentar esta peculiar forma de recordar a los difuntos.

Primero los sacan de los ataúdes. Si aún tienen cabello, los acomodan con esmero. Luego, uno por uno sacan el cráneo, los peronés, los fémures, las costillas, el cóxis y con un cepillo de cerdas suaves les sacuden el polvo antes de regresarlos a sus cajas, darles la bendición y despedirse hasta el próximo año.

A esta práctica se le conoce en la lengua maya como Hanal Pixan que quiere decir “banquete de ánimas” y desde este año busca ser Patrimonio Intangible de la Humanidad en la UNESCO.

2. Cazando patos

Durante la madrugada del día 31 de octubre, los hombres de la comunidad purépecha de Janitzio, Michoacán, se visten de manta y ciñen su cintura con tela roja para montar sus canoas colocadas en los cuatro puntos cardinales del lago local (Patzcuaro) donde salen a cazar patos para luego ofrendarlos a los muertos.

Un ritual que con el tiempo se ha popularizado para atraer a miles de turistas que, después de contemplar la caza, esperan las subsecuentes noches en que los pobladores lanzarán flores al agua y navegarán entre velas como un homenaje a las ánimas que partieron al más allá.

Para quienes quieren acompañar la ofrenda sin tanto esfuerzo, las mujeres del lugar venden flores y patos ya listos para cocinar.

3. Marchando en honor de la Catrina

El Desfile de las Catrinas es una tradición en el Día de Los Muertos./Getty Images)
El Desfile de las Catrinas es una tradición en el Día de Muertos. (Foto: Getty Images)

Desde hace dos décadas, la capital del estado de Aguascalientes monta un desfile de catrinas para celebrar el Día de Muertos. Cientos de personas se pintan la cara de blanco y negro en forma de calavera, se visten de elegantes trajes del México del siglo XIX y salen a las calles.

La razón que los mueve es muy simple: recordar el nacimiento en la localidad de José Guadalupe Posadas, inventor de uno de los personajes más populares de la tradición mexican: la catrina.

La Catrina nació como una ilustración de sátira social en periódicos: una burla a las clases sociales más altas del México independiente que con el paso del tiempo se transformó en un disfraz clásico al estilo Halloween, lejos de la idea original de su creador y padre del nacionalismo que siguieron artistas como José Clemente Orozco y Diego Rivera.

4. Tirando residuos de madera

En las comunidades indígenas del centro de Oaxaca, como San Pablo Villa de Mitla, los pobladores diseñan coloridos tapetes con residuos de madera (aserrín) para que al regresar el alma de sus muertos se encuentren con un paisaje hermoso que precede a los altares.

Lo que sucede detrás de las ofrendas ya es asunto de vivos: entre copal, guitarras y música, los familiares festejan con un poco de mezcal por los que se fueron y los que se quedaron.

5. Cocinando para todos

Un adorno de madera alusivo al Día de los Muertos. /Getty Images)
Un adorno de madera alusivo al Día de los Muertos. (Foto: Getty Images)

En los municipos del norte de Guerrero, como Pilcaya o Tetipac, los familiares de todas las personas que murieron en el último año deben cocinar en serio; es decir, para todo aquel que se acuerde de su pariente difunto y en memoria le lleve una veladora al altar primorosamente decorado con fotos y platillos.

Mole, tamales, arroz con jitomate o con leche, atole, café y pan son imprescindibles, pero las familias más pudientes siempre encuentran la manera de lucirse, “tal y como le hubiera gustado” al muertito si viviera o tal como éste lo hizo con algún otro familiar.

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