La historia del escultor mexicano que sedujo a Trump con su obra

Conoce la historia de Bernardo López

MÉXICO – Desde el primer día en que el escultor mexicano Bernardo López (Puebla, 1969) y el presidente electo de Estados Unidos,  Donald Trump, se conocieron durante un concierto y hasta que se consumó la compra de un busto en bronce, el artista no recibió más que tratos “amables” del magnate que pregonó racismo antimexicano durante su campaña que lo llevó a la Casa Blanca.

“Trump no es tan malo como parece, simplemente se protege con esa imagen”, afirma Bernardo en entrevista telefónica desde la capital poblana, donde reside.

El escultor dice que durante los dos años en los que mantuvieron una comunicación intermitente él jamás recibió un trato discriminatorio por parte del empresario; al contrario, éste le mostró todos sus encantos de seductor de masas llamándolo ”genio” y preguntándole (aún cuando era un desconocido) su opinión sobre su candidatura a la presidencia de EEUU.

Apenas era octubre de  2012. Pero la historia comenzó dos años atrás. Bernardo y su esposa Mayra vivían temporalmente en Nueva York para estar cerca del doctor Benjamín Sandler, uno de los mejores médicos de fertilización in vitro, cuando un primo financiero del artista lo invitó con boletos VIP a la presentación del músico británico Roger Waters en Madison Squere Garden.

En el intermedio, los López se encontraron en el bar con Donald Trump a quien le pidieron una fotografía. El multimillonario aceptó “de forma amable” e inició una conversación preguntando  a Bernardo a qué se dedicaba. “Le dije que era escultor, me preguntó que si era bueno y le dije que a las pruebas me remitía”.

Un mes después, ya en la soledad de su taller en Puebla (la pareja había regresado sin éxito con el embarazo), el escultor trabajó por iniciativa propia una reproducción de la cabeza y rostro de Trump en resina blanca que envió al magnate a través de su primo financiero de Nueva York.

Tiempo adelante recibió una llamada telefónica de Thuy Colaico, asistente del empresario. “A Mr. Trump le gustó su retrato y desea adquirirlo”, dijo.

Bernardo voló con Mayra a la ciudad de los rascacielos para entregar la escultura original en bronce que montó sobre una base de mármol de Tecali de Herrera que elaboró un compadre. Estaba tan nervioso por encontrar la forma más elegante de entregar la obra que hasta compró un carrito de postres “para no entrar cargando el busto y perder todo el glamour”.

Para el encuentro en el piso 26 de la Trump Tower midió todos los detalles. No llevaría corbata roja ni traje negro para no competir con el cliente que gustaba de esos colores. En cambio, se vistió de gris y amarillo y se preparó para no tocar al magnate quién, según su primo, prefería el protocolo japonés de saludo lejano.

Para su sorpresa, fue Trump quien saludó con abrazos y palmadas, quien preguntó si se querían hacer fotos y quien habló de política, economía y hasta de sus nietos en medio de su oficina de unos 40 metros cuadrados repleta de cuadros perfectamente ordenados.

“Nos mostró fotos de John Kenedy Jr. y los zapatos autografiados de Saquille O´Neil, un casco de los Jets y un balón con dedicatoria de Roger Staubach, mítico quater back de los Vaqueros de Dallas”, recuerda.

“Había ofrecido atendernos cinco minutos y nos dio media hora. Al final se despidió dándonos la mano, a Mayra le dio un beso en la mejilla de forma respetuosa y a mí una palmada en la espalda”.

Meses después del encuentro Trump pidió al escultor las fotos para regresárselas autografiadas y con felicitaciones por la obra.

  • ¿Sentiste algún indicio de racismo?
  • Al contrario, él dijo que mi esposa, que es morenita del estado de Veracruz, estaba muy guapa y la trató con mucha deferencia y respeto. Le preguntó;¿tú eres la bella esposa?¿De dónde eres? ¡De México! Ah, ya entiendo porqué eres bella, Ximena Navarrete es de México y es Nuestra Miss Universo.

Bernardo dice que quiso compartir esta historia para mostrar otra cara del magnate con quien está agradecido, aunque no está de acuerdo con sus amenazas de repatriar a tres millones de mexicanos, renegociar el Tratado de Libre Comercio y levantar un muro. “No lo justifico pero la gente quiere que así sean las campañas: estridentes y lejos de la realidad”.

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