“La matanza estadounidense termina aquí”, promete Trump

El hombre que pateó el tablero del ajedrez político estadounidense presta juramento con promesas de “sanar las divisiones”.

WASHINGTON.- Bajo una leve lluvia y con un baño de multitudes, Donald J. Trump prestó juramento este viernes como el 45 presidente de EEUU, con promesas de reconstruir la nación y “sanar las divisiones”.

“La matanza estadounidense termina aquí”, dijo Trump tras prestar juramento, en un discurso breve pero con alto contenido nacionalista, en el que retomó los temas que lo acompañaron en la campaña.

Por “matanza” se refería al declive de los estadounidenses que, según Trump, ha ocurrido por culpa de la pérdida de riqueza y empleos, el crimen en zonas urbanas y un gobierno que se ha olvidado del pueblo.

“Ustedes jamás volverán a ser ignorados… EEUU es su país”,  prometió Trump ante una multitud menor que lo acostumbrado, pero ante la que reiteró que EEUU “comenzará a ganar de nuevo”, recuperando empleos, la seguridad fronteriza, y “nuestros sueños”.

Momentos antes, el vicepresidente, Mike Pence, tomó juramento con la biblia de la familia Reagan, en un acto presidido por el juez afroamericano del Tribunal Supremo, Clarence Thomas.

La ceremonia contó con la participación de los exmandatarios Jimmy Carter, George W. Bush, y Bill Clinton, y sus respectivas esposas; líderes del Congreso; los jueces del Tribunal Supremo; los nominados al nuevo Gabinete presidencial, y miembros del cuerpo diplomático.

El expresidente George H.W. Bush, y su esposa, Barbara, permanecen hospitalizados en Houston (Texas).

Hillary Clinton dice presente

Trump agradeció la ayuda de los Obama en el período de transición pero nunca mencionó por nombre a Hillary Clinton, su exrival en la contienda y quien le ganó en el voto popular con una ventaja de tres millones de votos el pasado 8 de noviembre.

Clinton estuvo sentada a unos cuantos pasos de Trump cuando él, en vez de ella, prestó juramento sobre la Biblia de Lincoln.  Las cámaras de televisión mostraban la notable tensión en su rostro, mientras Clinton revisaba de vez en cuando su celular.

Después de la ceremonia, ambos se dieron la mano y Trump le agradeció el haber asistido, algo que no fue nada fácil para Clinton, debido a la acritud de la contienda.

En su cuenta en Twitter, Clinton explicó que llegó a la ceremonia para “honrar la democracia y sus valores imperecedores”.

Tanto ella como el senador demócrata de Nueva York, Charles Schumer, fueron recibidos con abucheos. Algunos de los partidarios de Trump, bastante retirados del escenario, incluso intentaron interrumpir sus declaraciones.

En cambio, el expresidente George W. Bush y su esposa, Laura, fueron recibidos con vítores por los partidarios de Trump.

Mar de gorras rojas

Decenas de miles de los asistentes llegaron desde la madrugada a los predios del Capitolio, que estaba dividido en secciones de distintos colores como medida de control.

Muchos llegaron enfundados con ponchos para protegerse de la leve lluvia intermitente, y luciendo gorras rojas o blancas con el eslogan de la campaña presidencial de Trump, “Make America Great Again” (algo así como recuperar la grandeza de EEUU).

El joven Eric Fisher, de Wisconsin, afirmó que Trump "volverá la grandeza a EEUU". Foto: María Peña/Impremedia
El joven Eric Fisher, de Wisconsin, afirmó que Trump “devolverá la grandeza a EEUU”. Foto: María Peña/Impremedia

También lucían camisetas y portaban banderas y recuerdos alusivos a la 58 ceremonia de toma de posesión, que vendedores ambulantes ofrecían como pan caliente en zonas aledañas al Capitolio.

 “Trump no es racista”

 La ceremonia, en la que Trump nuevamente prometió ser presidente de todos los estadounidenses e instó a “redescubrir la lealtad” entre unos y otros, contrastó con la escasa participación de afroamericanos, latinos y otras minorías.

Sin embargo, algunos de los presentes, que viajaron desde varios estados de la costa Este , afirmaron a este diario que, a su juicio, Trump no es “racista” ni “antiinmigrante” sino que, como dijo él en su discurso, es hora de que EEUU defienda su soberanía y la seguridad fronteriza.

Giacomo Capoverdi, un sacerdote católico de Providence (Rhode Island), apoya a Trump y asegura que éste "no es racista". Foto: María Peña/Impremedia
Giacomo Capoverdi, un sacerdote católico de Providence (Rhode Island), apoya a Trump y asegura que éste “no es racista”. Foto: María Peña/Impremedia

“Confío en que Trump va a defender a los no nacidos… también creo que no es racista o antiinmigrante, ha hablado de combatir la inmigración ilegal  y proteger las fronteras“, dijo Giacomo Capoverdi, un sacerdote católico de Providence (Rhode Island).

Por su parte la puertorriqueña, Jackie Lebrón viajó con sus amigas desde Florida, y dijo que votó por Trump porque cree que él sí podrá “porque él quiere lo mejor para el país”.

La puertorriqueña Jackie Lebrón (chaqueta a cuadros), viajó con sus amigas desde Florida porque cree en las promesas de Trump. Foto: María Peña/Impremedia
La puertorriqueña Jackie Lebrón (chaqueta a cuadros), viajó con sus amigas desde Florida porque cree en las promesas de Trump. Foto: María Peña/Impremedia

“Me encantó el discurso porque nos trató a todos por igual, me encantó cuando dijo que no importa nuestra raza, todos sangramos la sangre de patriotas… todos los países tienen sus reglas y EEUU no puede ser una excepción”, señaló.

Paralelo a la ceremonia, centenares de manifestantes participaron en distintas protestas en todo el centro de la ciudad.

Mientras Trump terminaba su almuerzo con líderes del Congreso y se alistaba para el desfile a lo largo de la Avenida Pensilvania, la policía se enfrentó a violentos manifestantes que intentaban incursionar en la ruta del desfile, dispersándoles con bombas lacrimógenas y otros dispositivos.

Algunos manifestantes gritaban consignas contra Trump e intentaron llegar hasta la zona del desfile presidencial. Foto: María Peña/Impremedia
Algunos manifestantes gritaban consignas contra Trump e intentaron llegar hasta la zona del desfile presidencial. Foto: María Peña/Impremedia

De esta forma, la nueva “era Trump” comienza con una profunda fragmentación social, política y económica, con una nación dividida entre quienes lo festejan y quienes lo repudian. Su reto en los próximos cuatro años será forjar la unidad nacional y “sanar las divisiones”, metas que destacó en su discurso.

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