Editorial: El gobierno y las filtraciones

La mayoría de las filtraciones entran en la categoría del soplón que actúa en defensa del público.

En 1772, la filtración al periodismo de la cartas del gobernador inglés de Massachusetts, Thomas Hutchinson, inició el camino a la independencia, al dar a conocer la represión que se planeaba contra la población.

Desde esa fecha hasta el día de hoy, hacer pública la información gubernamental privada es una parte integral del mundo político de Washington DC. Las revelaciones sobre los contactos del exasesor de seguridad, Michael Flynn, con Rusia son parte de esta larga historia que causó renuncias en muchas presidencias.

La indignación del presidente Donald Trump es igual a la de sus predecesores cuando le llega a los periodistas información que consideran confidencial. Aunque no todas las filtraciones a los medios son iguales.

En principio, es un recurso positivo cuando un funcionario da información secretamente a los periodistas para denunciar un comportamiento inadecuado por parte del gobierno. La mayoría de las filtraciones entran en esta categoría, en la del soplón que actúa en defensa del público.

Otra de ellas es la filtración oficial destinada a desinformar. Se entregan documentos con información falsa para promover una acción del gobierno. Un ejemplo es la filtración de reportes e información asegurando que Irak poseía armas de destrucción.

Está la revelación que se usa como un arma para hacer quedar mal a un rival en la batallas de poder palaciegas, y la que sirve para medir reacciones públicas ante una medida que se quiera usar.

Otro ejemplo, la filtración de un memo considerando una futura orden ejecutiva de Trump para prohibir y castigar el uso de beneficios sociales puede tener múltiples intenciones. Desde advertir e informar sobre el peligro que se asoma para prepararse bien, hasta el de querer asustar a los inmigrantes. Todo depende de cómo se maneja esa información.

El problema de las filtraciones de inteligencia en este gobierno en gran parte es consecuencia de la incompetencia de Trump y su equipo para lidiar con los servicios de inteligencia. Esto sumado a la confusión que reina en esta administración. Está mal que exista la desconfianza entre la Casa Blanca y esos servicios.

Todo esto no tiene que tapar la importancia que tienen las filtraciones para que los votantes. Es vital para el funcionamiento de la democracia que el público esté informado sobre su gobierno a través de una prensa libre e independiente.

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