Teotihuacan: “El nacimiento de dioses”

Con más de 2400 años de antigüedad, sigue siendo un misterio para los estudiosos que con curiosidad y asombro se acercan a tocar esas piedras, que alguna vez habitaron élites fortalecidas por su poder religioso.

A Teotihuacan se  le atribuye ser la ciudad más grande del territorio mesoamericano de su época con miles de residentes en su esplendor, concentrando así, gran parte del movimiento social precolombino que abandonó el mismo lugar dejando una estela impresionante de enigmas hasta nuestros días.

Flautista Teotihuacano (Juan Carlos Gutiérrez Barraza)

Fueron los aztecas los que al encontrar monumentalidad en las edificaciones de la zona, advirtieron que se trataba de un centro sagrado: “allí donde los hombres se convierten en dioses”.

Flor del Colorín. Teotihuacan. (Juan Carlos Gutiérrez Barraza)

El área consta de dos construcciones principales: la Pirámide del Sol y la Pirámide la Luna sobre la Calzada de los Muertos, que tiene una extensión explorada de 2 kilómetros, más otros 2 km inexplorados; el Palacio de Quetzalpapálotl, La Ciudadela, 4 conjuntos departamentales con valiosas pinturas murales así como el Templo de la Serpiente Emplumada.

Juan Carlos Gutiérrez Barraza

Pareciera que en Teotihuacan el viento conserva una memoria aplastante de lo que fue y aún prevalece, de la evidente divinidad en el ser humano con la cual se advierte el equinoccio de primavera, que año tras año carga de energía a miles de personas que detienen su ritmo de vida por un momento.

Juan Carlos Gutiérrez Barraza

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