El derby de Nueva York es de Yangel Herrera

El venezolano se impuso en el centro del campo y llevó de la mano a su equipo a la victoria por 0-2 en el primer derby que ganan al otro lado del río Hudson.

NYCFC festeja la primera victoria en el Red Bull Arena en toda su corta historia.

NYCFC festeja la primera victoria en el Red Bull Arena en toda su corta historia. Crédito: Twitter | NYCFC

Yangel Herrera pisó el Red Bull Arena por primera vez en su vida sabiendo que su equipo jamás había conseguido arañar un solo punto de ese fortín. Él ni siquiera había disputado un derby en su corta carrera como jugador de fútbol profesional.

El venezolano había escuchado muchas historias de cómo quema el balón cuando los toros rojos te salen a morder en su estadio y de cómo cada centímetro de la alfombra verde de Nueva Jersey se cotiza alto. De hecho, él mismo vio hace dos semanas cómo su equipo enfilaba los vestuarios con otra derrota en la mochila.

El sábado, él dijo basta. La pantalla electrónica del marcador le situó como volante diestro, pero el todoterreno venezolano abarca demasiado campo como para que le encorseten en un cuadrilátero concreto. Patrick Vieira le encomendó la tarea de cortocircuitar el suministro de balones a Bradley Wright-Philipps sin olvidarse de echar una mano a David Villa, que tuvo un partido incómodo bregando con dos centrales que bien podrían ser dos porteros de discoteca.

Herrera comenzó haciendo la tarea aquel día que vio desde la butaca la sexta victoria en siete partidos de los Red Bulls. Se fijó en Felipe y en Tyler Adams, al que ya le había derrotado en el Mundial Sub-20.

“Sabía que a Felipe le gusta pelear y discutir. Tyler también quiso provocarme”, contó entre bastidores a este diario. “Existen este tipo de jugadores en el fútbol“.

La intensidad que el brasileño y el estadounidense proponer sobre el césped baila entre la legalidad y la violencia. Tyler Adams se hartó de que el partido estuviera en manos de Yangel Herrera y lo tumbó para luego propinarle una patada en la zona baja de la espalda cuando el jugador celeste estaba postrado en el césped.

Las emboscadas con él no surten efecto. Llega antes que tú, cuerpea mejor que tú y te propone ecuaciones con el balón que tú solo no puedes resolver. La moraleja del partido fue simple, Yangel Herrera es mejor jugador de fútbol que los demás, hasta el punto de que ya no extraña ver a Andrea Pirlo sentarse en el banquillo.

La pizarra de Patrick Vieira supera a la de Jesse Marsch

El entrenador francés cambió un detalle táctico durante la preparación. Cada fin de semana David Villa se acuesta sobre el perfil izquierdo del ataque para recibir de cara y encarar al lateral con un mayor rango de decisión, lo que le habilita decidir con más espacio, tirar más cómodo o filtrar pases con una visión más clara.

Lo que querían los celestes era distinto en esta ocasión. Sabían que los corpulentos centrales de los toros rojos dejan mucho espacio a la espalda, y explotaron esa vía. Para ello, usaron al español como cebo. Villa tenía la misión de enseñar la zanahoria a Long y Collin para sacarlos de su zona de confort. Una vez conseguido eso, los extremos debían ensanchar el terreno y asfaltar la llegada por dentro de Yangel Herrera y Tommy McNamara.

Funcionó. Era simple, pivotar por dentro, sacarla hacia fuera y rematar en zona interior. Así llegó el primer gol. Alex Ring, imperial en el robo de pelota, habilitó a Wallace, que esperaba abierto en banda derecha. El extremo danzó con su par y prolongó hacia Sweat. En vez de buscar el centro aéreo, el lateral raseó la pelota hacia atrás, donde apareció Jack Harrison para ponerla en la escuadra contraria.

Bradley Wright-Philipps y Sacha Kljestan no sintonizaron el mismo canal, y no lograron inquietar a Sean Johnson en la hora y media de partido. Mientras tanto, David Villa y Yangel Herrera siguieron a lo suyo. Con el 0-1 ya en el marcador, el asturiano decidió salir en los highlights del partido en una jugada personal bellísima. Recibió en la circunferencia central, tiró un caño a su par y sirvió un pase poco ortodoxo a Yangel Herrera, que con la rodilla se hizo hueco para luego estampar la pelota en el portero. El partido estaba siendo celeste de principio a fin.

Después del paso por vestuarios, los pupilos de Jesse Marsch recibieron de su propia medicina. David Villa avisó en el Open Media Day la importancia del juego a balón parado, que sirvió para humillarlos en aquel famoso 0-7. Seis goles llegaron tras jugada de estrategia. Cambiaron las tornas, y los de Patrick Vieira sentenciaron con una falta colgada al área.

Maxime Chanot limpió el segundo palo con un bloqueo y Ben Sweat recogió el guante apareciendo libre de marca para conectar un cabezazo inverosímil. En lugar de buscar a un compañero mejor posicionado, el lateral se la jugó desde una posición groseramente escorada y le salió cara: 0-2.

Los celestes cruzaron el río Hudson de vuelta a casa con siete puntos de diferencia sobre su máximo rival, y se inflaron de moral para asaltar Chicago y Toronto, que marcan la pauta en la MLS. Nueva York está de suerte, habrá dos derbys más esta temporada, como mínimo, y Yangel Herrera volverá para ganarlos.

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