Choferes: muchos pasajeros son buenos

NUEVA YORK – La Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA) informó ayer que han aumentado los ataques a los conductores de buses. Según la agencia, los ataques han subido en 20%.

Sin embargo, los conductores entrevistados por este rotativo aseguraron que no habían sido atacados –a pesar de que sí experimentaban hostigamiento a diario y que temían que esto podía escalar a la violencia.

Un conductor -quien no dio su nombre porque dijo que no estaba autorizado para hablar sobre el asunto- aseguró: “El 95% de los pasajeros son buenos, pero siempre hay esa persona que te daña el día. Yo he trabajado como conductor durante 30 años y nunca he sido atacado, pero el abuso verbal es otro asunto”.

“A veces a la gente no le gusta cómo te ves. La gente te dice groserías o te escupe por el vidrio. La gente tiene problemas en su hogar, explotan, y uno tiene que aguantarlo”, dijo el conductor, originalmente de Staten Island. Agrega que ha podido salvarse de muchos ataques porque “no vale la pena pelear por el dinero. Si hay pasajero que no puede pagar, lo dejo pasar. Legalmente no lo puedo echar del bus de todos modos.”

Los otros conductores entrevistados coincidieron en esta opinión. Sin embargo, la agencia asegura que el abuso no está limitado a incidentes como éstos. En los primeros nueve meses de este año, ha habido 69 asaltos físicos, comparado con sólo 57 durante el mismo periodo del año pasado.

El MTA ha instalado barreras entre los conductores y los pasajeros en unos buses, como resultado de los ataques. En el 2008, un conductor murió apuñalado en Brooklyn y en otros casos más recientes, algunos conductores recibieron golpes en la cara.

Lili González, una pasajera entrevistada mientras esperaba un bus en Manhattan, expresó: “Mucha gente está enojada. Yo estoy tomando buses hace muchos años y he visto que la gente los trata mal [a los conductores] porque los buses no paran por ellos o porque no quieren pagar”. “Lo más fuerte que yo he visto es que los escupen”, acotó.

Elba López, de 73, dijo: “Hay mucha gente que está mal de la cabeza [que se monta al bus]. En la familia mía hay un conductor y gracias a Dios nunca le ha pasado nada”.