Hispano enfrenta la deportación

Phoenix/EFE – En sus dos años de vida, Jesús Pereyra Jr. ha enfrentado duras pruebas, primero al sobrevivir a un trasplante de corazón y ahora a la posibilidad de ser separado de su padre en proceso de deportación.

El pequeño, aún convaleciente, se aferra a las piernas de su padre como si supiera que corre el riesgo de no verlo si es obligado a regresar a su natal México.

Jesús Alberto Pereyra, de 24 años y padre del pequeño Jesús, cruzó el desierto de Arizona a pie de manera ilegal en 2005, como muchos otros, en una travesía que duró cinco días bajo las intensas temperaturas en busca de una vida mejor.

“Estuvimos sin agua y sin comida, y nos asaltaron quitándonos todo lo que traíamos, hasta los zapatos”, dijo Pereyra.

Con muchos esfuerzos y sacrificios, el joven originario del estado de Sonora se estableció en Phoenix donde desde entonces ha trabajado en la construcción y en la instalación de piscinas.

En 2007, conoció a su entonces vecina, Raquel García, de 22 años, con quien posteriormente se casó.

Cuando el inmigrante indocumentado creía que lo tenía todo, una familia y un trabajo, fue detenido por la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) durante un operativo.

Pereyra fue detenido y puesto en proceso de deportación en enero de 2010.

Debido a que Pereyra no tenía el minino de diez años de vivir de manera ilegal en EEUU requeridos para apelar su deportación, un juez le otorgó una salida voluntaria del país.

El inmigrante mexicano tampoco pudo regularizar su estatus migratorio a pesar de que su esposa es ciudadana porque ingresó ilegalmente al país y, de acuerdo con las actuales leyes de inmigración, debe regresar a México para que su solicitud sea considerada.

Mientras Pereyra lidiaba con el servicio de inmigración, su hijo fue diagnosticado con una rara condición en junio de 2010 por lo que requería de un trasplante de corazón para salvar su vida.

“En ese momento yo sabía que tenia que dejar el país para seguir la orden del juez, pero no podía dejar a mi esposa y, sobre todo, a mi hijo que estaba luchando por su vida”, relató Pereyra.

Tras seis meses de espera y en lo que sus mismos padres califican como un “milagro”, el pequeño Jesús recibió el trasplante de corazón que necesitaba.

El pequeño además fue el primer paciente del Hospital de los Niños en Phoenix en ser sometido a este procedimiento.

Debido a que su padre no obedeció la orden del juez de inmigración para salir de manera voluntaria en la fecha acordada, ésta se convirtió automáticamente en una orden de deportación.

Por eso, ahora Pereyra corre el riesgo de ser arrestado en cualquier momento por ICE y ser deportado.

“Para nosotros seria imposible irnos con él a México”, dijo Raquel García, esposa de Pereyra, ya que tras el trasplante de corazón, el pequeño Jesús requiere de constante vigilancia médica y medicamentos que tendrá que tomar toda su vida.

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