La sorpresa de “las narices grandes”

El chino es, para muchos de nosotros, ese ser humano que trabaja mucho, come mucho arroz, tiene las narices pequeñas, la piel blanca y la mirada de asustado. Y no creen en nada.

Nosotros los occidentales somos vistos por los chinos como algo raro también. Somos barrigones, mal vestidos, gritamos cuando hablamos, comemos cosas raras, bebemos extrañas cosas, no respetamos la naturaleza, creemos en una religión extraña para ellos tenemos las narices grandes.

Estoy recorriendo China en estos momentos y me río y sorprendo al ver lo infantiles que somos los seres humanos cuando creamos estereotipos y modelos

Lo primero que sorprende al pisar tierra china es la modernidad de sus medios de transporte. El nuevo aeropuerto de Beijing está pensado para ser utilizado por 60 millones de pasajeros al año. Las últimas tecnologías en el manejo de pasajeros son las implementadas. La dieta china cada día, desgraciadamente, se está pareciendo cada vez más a la occidental, su color de piel es de todo menos exclusivamente blanco, son alegres y sonrientes, y profundamente creyentes. Eso sí sus narices son pequeñas.

Es sorprendente el ver los templos llenos, no importando la religión, al igual que la sinceridad y juventud de los creyentes. El pasado domingo 16 de octubre tuve la oportunidad de participar en una misa católica, como un feligrés más, en el segundo templo católico más antiguo de Bei- jing, construido en el siglo XVII. Niños cantando. Familias enteras participando, juventud unida a sus sacerdotes. Daba una cierta envidia contemplar el templo lleno, abundando los niños. Empiezan a ser parte del paisaje urbano los templos cristianos. Lo más sorprendente en esta rápida visita fue el encontrar en uno de los hoteles un ejemplar de la Biblia para uso de los huéspedes. Una magnífica edición hecha por las Sociedades Bíblicas Unidas. Y por el estado de la misma se notaba que era utilizada. Y es un hotel escasamente utilizado por occidentales ya que estábamos en una capital de provincia secundaria.

China está viviendo uno de los momentos más trascendentales de su historia. Los cinco mil años de aislamiento, de murallas, de restricciones se están resquebrajando. Ciudades mejor comunicadas, servicios a los ciudadanos de mayor calidad, nuevas infraestructuras urbanas, una vida más saludable según las maneras de pensar occidentales. Abiertamente se critica la gestión de Mao y su Revolución Cultural. Se empiezan a oler en el ambiente aires de libertad, sobre todo en las grandes ciudades.

Pero China tiene también su lado oscuro. El campo está marginado. Los servicios de salud no llegan a todas partes. El moverse los campesinos del campo a la ciudad no está permitido. La educación es estatal exclusivamente. El acceso a redes sociales no existe.

¿Hasta dónde va a llegar el progreso, la libertad, los cambios en China? Nadie se atreve a predecirlo. Este país ha sido un misterio para Occidente por miles de años. Ahora empieza a entreabrir sus puertas y a occidentalizarse. Ha logrado desmantelar gran parte de las factorías del mundo occidental, llevando el desempleo a muchos países. Su economía ha estado creciendo a un ritmo de un 11% anual. Pero estos dos últimos años tan sólo ha alcanzado el 9%. ¿Se está desacelerando la economía? ¿Se está tranquilizando el dragón rugiente? ¿Veremos la economía china entrar en recesión?

China para los de las narices grandes sigue siendo un reto y un misterio.

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