Latinos afrontan la impotencia

Cada día más hispanos buscan ayuda para superar el mal de disfunción eréctil

Nueva York – Cuando Máximo ya no podía tener relaciones íntimas con su esposa, porque no lograba una erección, ella comenzó a pensar lo peor.

“Creía que yo estaba con otra mujer y se puso muy arisca. Fue un problema muy grave y una agonía”, cuenta Máximo quien de inmediato aclara: “pero yo soy religioso y no me gusta estar brincando y siendo infiel”.

La pesadilla por la que pasó este dominicano de 57 años residente en El Bronx, es la misma que viven muchos hombres cuando comienzan a sufrir disfunción eréctil, o impotencia, como se le conoce más comúnmente.

La disfunción eréctil (DE) es la incapacidad para alcanzar y mantener una erección suficiente para tener una relación sexual satisfactoria. Esta patología es frecuente y afecta en grado variable a casi la mitad de los hombres entre 40 y 70 años de edad (cerca de 94 millones en el mundo sufren DE).

Entre los hispanos, se estima que el 52% de los hombres mayores de 40 años han sufrido un episodio de impotencia por lo menos una vez en su vida.

Esta condición causa gran angustia y estrés en las parejas, y las esposas o novias muchas veces piensan que la ausencia de una erección en su hombre se debe a falta de interés, a que ya no las encuentran atractivas sexualmente o porque se han enamorado de otra.

Sin embargo es el hombre el que sufre más profundamente los efectos devastadores de la impotencia: frustración, vergüenza, ansiedad y depresión.

“La sexualidad es algo muy central en los hombre y esto les destruye la vida; les causa mucha depresión, tienen poca autoestima, y se vuelven poco productivos. Tienen problemas en sus relaciones, con sus parejas y familias”, explica el doctor Robert Valenzuela, un urólogo hispano que se especializa en tratar la DE.

El doctor Valenzuela, que tiene su clínica en el barrio latino de Washington Heights, aclara que en la actualidad más hombres hispanos están dejando a un lado la cultura machista, el tabú y la vergüenza y buscan ayuda para afrontar este problema.

“Las cosas han cambiado, y la razón es que hay mucha publicidad sobre la sexualidad y la impotencia. Yo lo he visto en mi práctica; ya el paciente no tiene tanta timidez. Ellos vienen y me dicen exactamente lo que está pasando. Tal vez en la oficina de su doctor general no sienten la misma confianza”, explica el urólogo.

El doctor, cuya mayoría de pacientes son latinos, asegura que también han cambiado los mitos y temores que mantenían a muchos hispanos sufriendo en silencio. “Ha habido una aceptación hacia este problema que es una condición médica para la cual hay remedio”.

Pero el cambio positivo de actitud y la apertura de la comunicación sobre la DE no sólo se ha dado por parte de los hombres. Según Valenzuela, las mujeres latinas se sienten ahora mucho más cómodas hablando sobre el tema y están más dispuestas a tomar el mando para buscarle solución al problema.

“Muchas veces vienen los pacientes con sus compañeras o a veces vienen mujeres solas. Algunas traen a su esposo a la oficina y son ellas las que se hacen cargo; hacen preguntas y las que dicen que ‘mi marido está teniendo este problema y no puede formar una erección o no puede completar el acto sexual o tiene eyaculación precoz’”, cuenta el urólogo.

La DE puede tener su origen en causas físicas, psicológicas, por una lesión, cirugía o puede ser ocasionada por otras enfermedades o efectos secundarios de medicamentos (ver recuadro).

Sin embargo, entre las principales causas que llevan a muchos en Estados Unidos a sufrir de DE, a una edad temprana, se encuentra la diabetes. La enfermedad afecta de manera desproporcionada a los hombres de la comunidad latina.

Ese fue el caso de Máximo. “Me hicieron un trasplante de riñón hace seis años y luego fui diagnosticado con diabetes y eso impedía que la sangre me llegara al pene”.

“Vi como cada día más iba decayendo sexualmente y busqué todos los métodos necesarios y ninguno funcionó”, recuerda el dominicano, que tiene más de 30 años de casado y tres hijas, y que comenzó a sufrir problemas de impotencia al cumplir los 52 años.

“Yo no me sentí poco hombre, porque en el caso mío ya sabía lo que tenía y lo que venía, pero claro que no esperaba una cosa así tan drástica, porque (el pene) se me puso como muerto”, comenta Máximo sobre las repercusiones que le causó la diabetes en su función sexual.

Según estudios médicos, entre el 35 y 75% de los hombres con diabetes experimentan cierto nivel de DE (incluyendo los hispanos). Además, la DE se desarrolla de 10 a 15 años antes en el diabético que en un hombre sano.

“Yo siempre le digo a mis pacientes, bromeando, que el pene del hombre diabético tiene diez años más que el pene normal”, dice el doctor Valenzuela, quien asegura que la diabetes tipo 1 es un indicador de que puede haber impotencia en un futuro. “Estos hombres pierden la erección a una edad muy temprana”.

“El exceso de azúcar en la circulación afecta el tejido del pene, que pierde elasticidad y las arterias se cierran, por lo que no puede formar una erección espontáneamente”, explica el especialista.

Muchos pacientes que sufren de DE responden satisfactoriamente a tratamientos que sólo requieren tomar tabletas para esta condición como la muy popular Viagra. Pero cuando la “milagrosa” pastillita azul no es suficiente hay que recurrir a procedimientos más complejos e invasivos como las inyecciones directas en el pene, utilizar un dispositivo de vacío (Vacuum) o colocarse implantes o prótesis quirúrgicas.

“Yo fui al médico y me recetó medicamentos y ninguno hizo el trabajo. Fui a Santo Domingo y probé toda clase de remedios que había y tampoco. Me pusieron la inyección una vez y no funcionó”, cuenta Máximo, quien al agotar todas las opciones existentes y tras la sugerencia de su doctor, se sometió a un implante peneal (‘bombita’ como le conocen muchos), el pasado 26 de julio.

“El implante ya es lo último que se puede hacer, y de allí para adelante si no te funciona córtatelo, como dicen, porque no sirve”, comenta con jocosidad el hispano, quien asegura que la cirugía, a pesar de lo difícil, valió la pena porque ha mejorado mucho su relación de pareja. “Se complace que es lo principal y ella está satisfecha. Estamos felices, que es lo importante”.

“Hay mucho machismo en la cultura hispana y es un problema cuando el hombre comienza a sufrir de impotencia y no puede satisfacer a su mujer. Mi recomendación es que busquen ayuda profesional para resolver el problema. Hay muchos que tienen vergüenza y miedo y por eso es que hay tantos fracasos y divorcios”, aconseja Máximo.

Por su parte, el doctor Valenzuela exhorta a los hombres que cuando empiecen a notar que, una tras de otra, sus erecciones no tienen la misma firmeza de antes, busquen la ayuda de un médico. “Mientras más temprano sea la atención, mejor será el resultado a la larga”.

pedro.frisneda@eldiariony.com

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