Ley migratoria afecta fábricas en Alabama

Albertville, Alabama – Adela, una trabajadora indocumentada se apresura a entrar de regreso a la fábrica procesadora de pollos Ala Trade porque con la ausencia de trabajadores casi no le queda tiempo para un descanso.

“Hoy faltaron seis filas”, dijo Adela –cada línea representa cerca de 13 a 16 personas.

En Albertville una comunidad localizada a 66 millas de Birmingham el impacto sicológico de la ley HB 56 que convierte en un crimen estatal ser indocumentado -no tardó en hacerse sentir.

En media docena de plantas procesadoras de pollo como esta- fuentes de empleo importante en el pueblo de 21,000 habitantes- la ausencia de los inmigrantes se hizo visible.

“Yo me quiero ir para Texas, por mis hijos me voy a ir de aquí. No quiero que la migra me agarre”, dijo Adela de 40 años quien lleva casi la mitad viviendo en Alabama.

Para algunos inmigrantes como ella, no es el temor de ser descubiertos en su trabajo lo que les preocupa sino que la policía los detenga en el camino y que sus hijos pasen a la custodia del gobierno de ser deportados.

El miércoles pasado la jueza Sharon Lovelace Blackburn le dio el visto bueno a varias partes de la ley HB 56 para que entrarán en efecto –a diferencia de lo sucedido en Arizona con una ley similar el año pasado. Blackburn refutó los argumentos del Departamento de Justicia (DOJ) de los Estados Unidos de que gran parte de la ley es anticonstitucional.

Aún así muchos inmigrantes como Adela esperan que la jueza consideré frenar temporalmente su decisión sobre estas partes mientras la Décimo Primera Corte de Apelaciones considera la apelación sometida por el DOJ.

“Hay que esperar a ver que pasa”, dijo Andrea Sánchez, una trabajadora indocumentada.

Sánchez, de 25 años decidió no presentarse a trabajar por las dudas, desde el miércoles cuando supo que partes de la ley fueron aprobadas.

“Ahora nos tratan como reyes. Antes decían si quieren trabajar bien y sino también”, dijo Sánchez, quien recibió varias llamadas de la pollería Diamond en donde trabaja desde hace 7 años con otro nombre por $7.25 la hora. “Nos ruegan que vayamos a trabajar.”

Esta vez le dijeron que si no iba no iban a darle “puntos” –un sistema de llevar registro de los empleados que se ausentan aún por enfermedad.

La ausencia de los trabajadores se hizo notar en varias fábricas.

Wayne Farms, una de las plantas procesadoras de pollo con más de 45 años en Albertville colocó carpas, cajas con aplicaciones de trabajo en inglés y español y comenzó a recibir candidatos para suplir las vacantes desde las 5 de la mañana el lunes.

“La cola de gente era de varias cuadras”, dijo una de las trabajadoras.

Para algunos esto es prueba de que la salida de los inmigrantes indocumentados ya está generando nuevas fuentes de empleo.

“Esto que está pasando es una cosa buena. Ayuda la economía”, dijo Stephany Herring una joven de 26 años que llegó temprano con su esposo y su bebé a esperar para llenar una solicitud en Wayne Farms.

“El que no quiera trabajar mala suerte para él yo estoy dispuesta a trabajar duro”, dijo Herring.

Curiosamente entre quienes esperaban para buscar empleo había también algunos inmigrantes indocumentados como Angelica Cervantes oriunda de Toluca, México quien se encuentra desempleada desde hace meses.

“Yo me llevó una aplicación y lo voy a pensar”, dijo Cervantes. “No me pienso mover por ahora”.

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