Matrimonios renovables, ¿buena idea?

La mitad de los matrimonios terminan en divorcio. Esa es la dolorosa, pero no sorprendente, realidad que a pesar de las declaraciones de “hasta que la muerte nos separe”, confrontan las parejas una vez dan la espalda al altar.

Ahora en México surge una idea para tratar de disminuir las estadísticas, agilizar el proceso de divorcio y garantizar la manutención de los hijos.

La Asamblea Legislativa del Distrito Federal se presta a discutir una reforma del Código Civil que permita a las parejas contraer “matrimonio renovable” cada dos años, como si se tratase de un contrato laboral.

Algunos legisladores consideran que dos años son suficientes para que los cónyuges lleguen a conocerse bien y decidir si quieren continuar casados o no y así evitar el trauma y costo de un divorcio.

A primera vista parece una idea excelente, pero como dicen en inglés, “el diablo está en los detalles”.

Por un lado, muchos críticos de este planteamiento argumentan que ya existe tal mecanismo: cohabitar. Pero eso es una equivalencia falsa. Vivir juntos sin estar casados no es aceptable entre ciertos sectores de la población, sobre todo entre los padres de las novias que se aferran al concepto de que sus hijas saldrán de la casa “del brazo de su esposo” y para quienes la amenaza del “qué dirán” es insoportable.

Por otro lado, casi todas las mujeres quieren una boda tradicional con velo y anillos y desfile nupcial y música de órgano. Quieren ser reinas por un día, protagonistas de un conmovedor ritual y centro de atención en las fiestas y algarabía que rodean las nupcias.

Con el matrimonio renovable pueden tener ese gran momento y al mismo tiempo una puerta de escape una vez los defectos de la pareja, los platos sucios y la rutina aplastante hagan su aparición.

Otro aspecto positivo de esta idea es que al matrimonio tener una fecha de vencimiento, las esposas pueden utilizar el deadline para hacer entrar en cintura a los maridos. “¡Tiburcio, si no dejas de tirar tus calzoncillos sucios al piso, olvídate de renovar el pinche contrato!” “¡Genaro, una borrachera más y ya sabrás lo que te espera en seis meses!”.

Los matrimonios renovables también pueden contribuir a mantener la chispa del romance encendida y la cama en llamas, ya que los maridos que quieran renovar el contrato tendrán que enamorar y halagar a sus esposas y hasta pedirles la mano de nuevo antes de la fecha de vencimiento. Como bono, se estimulará la economía, especialmente en los sectores de bombones, flores y lencería.

Entre los peligros que tal ley puede provocar está el de aumentar los casos de violencia doméstica cuando solo uno de los conyugues no quiera renovar el contrato matrimonial: “¡Si no firmas el nuevo contrato, te mato!”

Pero uno de los retos más difíciles que confrontará el país será nombrar una nueva categoría de estado civil para los que decidan no renovar el contrato. Técnicamente no pueden decir que son divorciados o solteros. Tampoco pueden catalogarse de una manera negativa, como “desengañado”, “arrepentida” o “metí-la-pata”, que dañe las posibilidades de un nuevo matrimonio. Algo más neutral será necesario como, digamos, “descontratada”, “transicionada” o “disuelta”…pero suenan feo.

Creo que deben pensarlo bien antes de darle el sí a la ley del matrimonio renovable.

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