NY debe seguir el ejemplo de Obama y Perry

La inmigración se ha convertido rápidamente en un asunto polémico en la primaria presidencial republicana, pero los gobernadores de ambos partidos han mostrado que es posible encontrar soluciones sensibles y bipartidistas. Ahora, Nueva York debe seguir estos ejemplos.

Permítanme darles un escenario. En este momento, un estudiante de la escuela secundaria –lo llamaremos Pablo– está a punto de solicitar admisión en la Universidad de Cornell. Con un desempeño académico sobresaliente, es muy probable que lo admitan, pero hay un problema.

Los padres de Pablo son inmigrantes indocumentados. Lo trajeron a los Estados Unidos cuando era pequeño, esperando, como tantos otros, que encontrarían mejores oportunidades aquí. Y así fue. Trabajaron duro, pagaron impuestos y Pablo estudió en escuelas públicas estadounidenses por una década.

Familias inmigrantes como la de Pablo han contribuido enormemente a EE.UU.. Según el Partnership for a New American Economy, un grupo nacional bipartidista creado por el alcalde Michael Bloomberg, más del 40% de las compañías Fortune 500 que emplean a diez millones de personas mundialmente – fueron creadas por inmigrantes o por sus hijos. El National Venture Capital Association estima que más de la mitad de las nuevas empresas de alta tecnología en el Silicon Valley tienen un fundador inmigrante.

Sin embargo, esta lista de logros ahora se ve amenazada por nuestro inadecuado sistema de inmigración. Aunque no sea su culpa, y a pesar de sus buenas notas y todo su esfuerzo, Pablo, como decenas de miles de trabajadores jóvenes, hombres y mujeres, es indocumentado. Sin estatus migratorio legal, Pablo no puede triunfar completamente ni contribuir a la sociedad estadounidense.

Durante muchos años, he observado con frustración como nuestros líderes políticos han fallado, en repetidas ocasiones, en aprobar reformas migratorias sensibles. Por ejemplo, la propuesta del DREAM Act, que ha estado agonizando en el Congreso por un año, le daría la oportunidad a jóvenes indocumentados y calificados como Pablo de adquirir la ciudadanía a través de la educación universitaria o el servicio militar. De esta manera estos individuos recibirían los derechos que tanto necesitan y merecen, y todos nos beneficiaríamos de verlos alcanzar su máximo potencial.

Este agosto, el Presidente Obama rompió el estancamiento en Washington con un anuncio que tiene sentido común. De ahora en adelante, los estudiantes sin antecedentes penales que se gradúen de escuelas secundarias estadunidenses y deseen asistir una universidad no serán deportados.

Es un buen primer paso, pero la acción del presidente Obama no sustituye una reforma migratoria integral. Aunque miles de estudiantes ya no tendrían la amenaza de deportación, su futuro sigue siendo incierto. Sin un camino claro hacia la obtención de su ciudadanía, los estudiantes indocumentados no podrían encontrar un puesto de trabajo -o iniciar un negocio- cuando se gradúen, negándoles así la oportunidad de usar las habilidades que han desarrollado a través de su educación.

Sin embargo, donde Washington ha fallado, los estados pueden tener éxito, como los gobernadores de ambos partidos han mostrado. En 2001, el gobernador de Tejas, Rick Perry firmó el pionero DREAM Act de Tejas, que permitió a hijos calificados de inmigrantes indocumentados el derecho de asistir las universidades públicas pagando matrícula estatal. Otros estados han seguido este ejemplo. Este verano, el gobernador Jerry Brown firmó la ley California DREAM Act, que simplificará el acceso a la financiación con fondos privados para estudiantes universitarios indocumentados.

Nueva York debería tomar el siguiente paso. El New York DREAM Act, patrocinado por el senador Bill Perkins y el asambleísta Guillermo Linares, daría a estudiantes indocumentados en todo el Estado de Nueva York acceso a ayuda estudiantil, a identificación estatal y, sobre todo, a la posibilidad de trabajar.

Nueva York no puede conceder la ciudadanía por sí mismo, y la ley estatal no reemplazaría la reforma que se necesita urgentemente a nivel nacional en nuestras leyes de inmigración. Pero como hogar de millones de inmigrantes y de sus hijos, y como lugar en donde generaciones de personas de todo el mundo han prosperado, Nueva York puede y debe ser el líder de este esfuerzo.

Los inmigrantes seguirán ayudando a fomentar la prosperidad de los Estados Unidos por generaciones, pero sólo si damos a Pablo y a miles como él la oportunidad.

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