Regulen los productos naturales

Llegué a este país el 18 de febrero de 1979 y desde 1992 trabajo en medios de comunicación, esto me ha llevado a conocer lo que es en sí la publicidad y enterarme del teje y maneje que usan los pastilleros que diariamente nos bombardean por la radio, television, internet y prensa escrita con sus productos naturales proclamando cada uno tener la verdad y que sus pro- ductos son los mejores del mercado.

Hay gente que en su afán de vender dichos productos dicen tener licencias como nutricionistas de la Junta de Medicina de estados del sur, sin embargo de acuerdo a investigaciones, esta junta no avala la venta de estos productos, simplemente regula esa licencia, pero bajo ninguna circuntancias les permite a estos “naturópatas” usar el nombre y el prestigio de esta entidad para lucrarse de manera desmedida como lo hacen con la venta de yerbas que, al final, casi todas son iguales con diferentes etiquetas. Cuando digo iguales lo hago con conocimiento de causa. En mis 20 años trabajando para emisoras locales he podido conocer cómo el mismo laboratorio le hacen los mismos productos a varios yerberos y lo único que cambia es la etiqueta que, dicho sea de paso, las mandan a hacer en cantidades industriales por dos pesos y el mismo frasco de pastillas que usted consigue por siete dólares en tiendas de renombre, los pastilleros les sacan el mil por ciento vendiéndolo en $80 y $100 dólares.

No todo es malo en ese negocio. También hay gente buena que en verdad conoce las virtudes de las plantas, han dedicado sus vidas a la investigación y dirigen ministerios de salud ayudando a diferentes países de Latinoamérica enviando estos productos completamente gratis, dueños de sus propios laboratorios con los respectivos permisos del gobierno de los Estados Unidos.

En conclusión, mi opinión es que si estos productos fueran regulados por el FDA se evitaría que estos mercaderes del templo se aprovecharan haciéndose millonarios gracias de la ingeniudad de nuestros compatriotas que, convencidos por la elocuencia de estos, gastan cientos de dólares en sueños y al final despiertan en una pesadilla. Para los lectores por si no lo sabían los espacios rentados en la radio cuestan hasta tres mil quinientos dólares la hora y muchos de ellos tienen una hora diaria, cinco días a la semana. Haga números y analice.

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