Ancianos gays

Enfrentan altas tasas de rechazo a la hora de buscar servicios

Ricardo Urrieta en su departamento del centro centro de Los  Ángeles.

Ricardo Urrieta en su departamento del centro centro de Los Ángeles. Crédito: J. Emilio Flores / La Opinion

Los Ángeles – Ricardo Urrieta, de 61 años, asegura tener cuatro razones para ser discriminado: “Estoy viejo, soy latino, soy gay y tengo el VIH”. “¡Esto es el acabóse para mucha gente!”, exclama.

La vida de Ricardo no ha sido fácil en los últimos meses.

“Yo era enfermero, pero un día ya no pude seguir trabajando. Me caía a cada rato en el hospital porque una vértebra se me insertó en la cintura. De plano el doctor me dijo que yo ya no podía trabajar”, recuerda.

Pero mientras el pago de 1,200 dólares al mes por su discapacidad le llegaba, todo se le complicó. Sin ingresos ni familia, tuvo que dejar su departamento.

“Viví una semana en mi auto, me volví un homeless en el Skid Row (la zona de desamparados del centro de Los Angeles). Tenía que hacer fila por un boleto para que me dieran un sándwich y una soda”.

Luego consiguió un cuarto en un hotel para desamparados. “No tenía ni ventanas”, dice.

Tras mucho tocar puertas, logró que le dieran en renta un departamento para personas de bajos ingresos y empezó a recibir 1,200 dólares al mes por su discapacidad. “De ese dinero, 550 son para la renta, pero al menos ya tengo un techo y comida”.

La historia de Ricardo no es un caso aislado.

El primer estudio a nivel nacional -presentado el mes pasado durante la reunión anual de la Sociedad de Gerontología- que se hace sobre los ancianos de la comunidad lésbica, gay, bisexual y transgénero (LGBT) por la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Washington, abarcó a 2,560 personas entre los 50 y 95 años. La investigación encontró que enfrentan altas tasas de discapacidad, angustia física y mental, así como una falta de acceso a los servicios.

“Esto es totalmente cierto”, dijo Urrieta. “Por eso es que hay tanto estrés y suicidios entre nosotros”, agregó.

Yo tuve ataques de pánico cuando dormía en la calle, tenía falta de sueño por no saber si iba a tener comida al día siguiente. Sufrí discriminación y humillaciones por ser latino, mucho menos podía hacerme notar como gay en Skid Row. Me tiraban las llaves en el hotel donde me dieron un cuarto, terminé tomando antidepresivos”, indica.

Algunos de los hallazgos más importantes del estudio refieren que los ancianos en esta situación enfrentan circunstancias únicas: temor a la discriminación, falta de grupos de apoyo y de hijos para ayudarlos.

“Para nosotros como personas de la tercera edad es más difícil que para un heterosexual, quien siempre va a tener un familiar, hasta la exmujer que le echa la mano. Nosotros no tenemos ni eso. Todos mis amigos se me han muerto”, dice Urrieta con tristeza.

El estudio detectó que los ancianos como Urrieta enfrentan un alto riesgo de aislamiento social ligado con una pobre salud física y social, enfermedades crónicas y muerte prematura. Tienen además altas tasas de depresión y soledad, lo que aumenta la posibilidad de que fumen o tomen alcohol en exceso. Además, cuatro de cada diez ancianos LGBT han considerado el suicidio.

“Las altas tasas de disparidad de salud entre los ancianos de la comunidad LGBT son una gran preocupación de salud pública y el reflejo de las adversidades que enfrentan”, según Karen Frederick Goldsen, profesora de Trabajo Social y directora del Instituto de Salud Multigeneracional de la Universidad de Washington durante la presentación del reporte.

El 21% de los encuestados dijo que no le dijeron a sus médicos acerca de su identidad sexual por temor a ser rechazados o recibir una atención médica inferior.

“El miedo a salir del ‘clóset’ ante el personal médico los pone en una situación de vulnerabilidad, y puede ser devastador encontrar a alguien a ese nivel que los discrimine”, dice Sheila Moore, directora interina del Centro Gay y Lésbico de Los Angeles. “Muchas mujeres lesbianas prefieren ir con un médico que sea mujer porque se sienten más seguras”.

Sin duda, resumió Moore, la vivienda, la salud y la falta de servicios sociales son las necesidades más apremiantes de los ancianos de bajos ingresos de la comunidad LGBT.

El estudio recomienda realizar estrategias de prevención e intervención para atender las necesidades únicas de estos ancianos, los cuales se espera alcancen los 4 millones para 2030.

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