Rechazados por su propia familia

Muchos jóvenes latinos gay sufren homofobia por parte de sus propios padres

Ligia (der.) y su hernano José Chapas son dos jóvenes  guatemaltecos que han sido rechazados por sus padres y familia por ser gay.

Ligia (der.) y su hernano José Chapas son dos jóvenes guatemaltecos que han sido rechazados por sus padres y familia por ser gay. Crédito: Aurelia Ventura / La Opinion

Los Ángeles – “Me preguntó si te viera en la monstruosidad que andas, créeme, mejor te daría un par de plomazos por asquerosa”.

Lo anterior son las palabras de una madre de Guatemala a su hija Ligia Chapas, de 24 años, recogidas en una carta de 14 hojas que le envió hace un par de meses donde se despide de ella diciendo “hasta nunca”.

La razón: su hija es lesbiana.

“Me duele lo que dice”, dijo esta residente de Hollywood, California, tras leer la misiva donde su propia madre le escribe: “desgraciaste a toda tu familia, nos das vergüenza, asco e indignación”, y donde reiteradamente le llama “maldita”.

“Me hubiera gustado que estuviera aquí… pero ya todo terminó”, dijo Ligia. Desde que le contó a su madre que era lesbiana hace casi siete años, asegura que quien la trajo al mundo no aceptó su orientación sexual. “Mejor te hubiera abortado y dejado morir. No te mereces tener mamá”, dice la carta, en donde la madre le pide que no use más el apellido de la familia.

Ligia y su hermano José Chapas, quien también es gay, tienen que hacerse la idea de que, aunque su progenitora está viva, no tienen madre porque la homofobia que sienten algunos padres hacia sus propios hijos es lo que separa la relación familiar.

“Me duele decirlo porque es mi propia mamá, pero es homofóbica”, dijo José. Cuando decidió contarle sobre su orientación sexual a la mamá, sintió el mismo rechazo tras una discusión que se prolongó por seis horas. “A mí también me dijo que me prefería muerto antes que ser gay”, agregó.

“La base de la homofobia está en la ignorancia de aceptar una situación que es diferente”, comenta Víctor Martínez, director de programas de Bienestar, cuya organización, entre otros servicios, se dedica a promover la igualdad para la comunidad homosexual. “Nadie puede suplir el amor de una madre, pero por desgracia hablar de homosexualidad sigue siendo un tabú”.

Buena parte de los homosexuales y transgéneros sufren el rechazo de sus propios padres, especialmente en las primeras etapas tras decidir dar el paso para contarlo.

“Cuando mi hijo me dijo que era homosexual, se me hundió la tierra, porque siempre pensé que se casaría y me daría nietos”, comentó Argentina Reyes, quien al escuchar las palabras de su hijo Rey Reyes diciéndole “soy homosexual” se echó a llorar. “Después de que lo dijo, no volvimos a hablar de eso, pero lo acepté porque es mi hijo y porque el amor por él no cambia”.

A Rey le diagnosticaron el VIH en 1993. Su mamá pensó que él moriría, pero aquello incluso fortaleció aún más la relación entre ambos porque “sea heterosexual o sea homosexual, lo que quiero es tener a mi hijo”, comentó.

A los hermanos Chapas lo que más le hubiera gustado en la vida es que su mamá hubiera aceptado también sus orientaciones y respetado sus vidas y sus parejas, pero en la carta que envió dice incluso que le gustaría darle “veneno” a su hija y a sus amigas porque “son una indignación para la sociedad”.

“Aquellas personas que tienen una madre que los acepta y los quiere, no saben la suerte que tienen”.

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