Lo que nos une como pueblo

Hay quienes dicen que debemos “mover hacia adelante”. Ni una mirada atrás, “el futuro es lo que tú lo haces”. Yo sé que esto es un buen consejo pero también sé que nuestra humanidad consiste de nuestras memorias y que, si abandonamos nuestras memorias, podemos volvernos egoístas y perder los sentimientos de nuestros corazones. Como se acerca el año nuevo, creo que Dios nos da “borrón y cuenta nueva”, es decir, una oportunidad de empezar todo de nuevo. Pero la Biblia también nos enseña a acordarnos y a revivir sus acciones en la historia de nuestro pueblo.

Cuando veo la gente que viaja encima de los trenes que pasan desde Centroamérica a México, tan solos y tan lejos de sus seres queridos, enfrentándose con todo tipo de peligros y tantas cosas imprescindibles, me acuerdo muy bien como era cruzar la frontera buscando trabajo. Me acuerdo como era no ver mi padre durante 10 años. Me acuerdo la experiencia de buscar trabajo, buscar un sitio donde vivir. Me acuerdo cuando me golpearon la puerta y me vinieron a detener, y las lágrimas en los ojos de mi hijito cuando me separaron de él. Me acuerdo no saber en quien confiar, y también la amistad que se formó de la noche a la mañana con personas que se hallaban en las mismas circunstancias que yo.

Cada año podemos empezar desde el principio. Podemos pedirle a Dios que nos perdone por nuestras deficiencias, y comprometernos de nuevo a una vida correcta. Con valentía podemos seguir nuestros sueños. Pero no debemos olvidarnos de lo que hemos sufrido para que no dejemos de sentir en carne propia lo que sienten los que sufren todavía. No podemos permitir que nuestros corazones se enfríen.

Ya se acabaron las posadas. Hemos conmemorado a María y José cuando andaban buscando un lugar donde ella podría dar luz al niño Jesús, pidiendo posada sin éxito hasta al fin pudieron permanecer en un humilde pesebre, rodeados por animales. Esperamos aun la visita de los Tres Reyes Magos con regalos para los chicos. Esperamos ver la alegría en las caras de nuestras criaturas. Flotamos en el medio, entre las memorias del año pasado y las posibilidades del año que entra.

¡Debemos ser atrevidos y optimistas, sin temor de intentar cosas nuevas en el año que entra! Pero aun así no debemos abandonar las memorias que nos unen como pueblo. En esta temporada les pido que se acuerden de los millones que han sido obligados a abandonar sus hogares para buscar trabajo y los viajes difíciles que han tenido que aguantar por países extranjeros donde encuentran hostilidad y peligro.

Me da orgullo nuestra comunidad latina que ha dejado bien claro que estamos unidos para exigir justicia para los indocumentados, y la garantía que los hijos no van a ser separados de sus familias. A pesar de todas las dificultades económicas, la reforma migratoria sigue siendo nuestra máxima prioridad y los candidatos que se postulan para puestos tienen que bregar con este hecho. No hemos olvidado quienes somos, y lo que tuvimos que aguantar y que muchos todavía están aguantando.

Mantener vivas esas memorias no nos impide en avanzar en nuestras vidas. De hecho el lazo en común que mantenemos con los que sufren el impacto de codicia y racismo será una fuerza muy importante para una comunidad que crece todos los días, tanto en número como en su influencia. Será una fuerza para cosas buenas en el futuro, que no podrá negarse.

El mejor regalo que podemos darles a nuestros hijos es contarles nuestras historias, dejarlos saber quiénes son y sobre las luchas de su pueblo, para que sus corazones también respondan la injusticia con solidaridad. ¡Nuestra historia nos une, nos da unidad, y la unidad nos fortalecerá!

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