“No fue bala perdida”

Habla el padre de Gabrielito Martínez, tercera víctima infantil de la violencia armada en Oakland

OAKLAND.- La historia reciente de Gabriel Martínez ejemplifica la suerte de gran cantidad de quienes viven o trabajan en el Este de Oakland.

Su relato es así: “Yo tengo desde 1992 (en los negocios). He pasado por muchas, muy duras cosas. Me han robado; me he escapado de que me maten. Me han robado unas 100 veces. En 1994 me balearon a dos muchachos (empleados). Trabajé un año gratis, para pagar todo. Le he sufrido mucho a la vida, y ahora me quitaron lo más que yo quería”.

El 30 de diciembre de 2011, Gabriel Martínez vio morir a un hijo en sus brazos; la criatura tenía 5 años, lo balearon frente a sus padres, quienes estaban trabajando.

La policía de Oakland describe al sospechoso como un afroamericano, de 6 pies de altura (1.82 centímetros), de unos 30 años, complexión delgada. Lo acompañaba una mujer entre los 20 y los 25 años de 5.7 pies de altura (1.73 centímetros), delgada y de cabello largo. Hay una recompensa de 25,000 dólares a quien dé pistas sobre su paradero.

La policía descarta que el niño, Gabrielito Martínez, haya sido el blanco del ataque. La versión de su padre es distinta. “Accidente no fue”, dijo en entrevista.

Gabriel Martínez relató que al menos otro afromericano participó en los hechos. Comentó que tras el disparo -una versión extraoficial refiere que el niño recibió un solo impacto en el abdomen-, los dos hombres hablaron entre sí y luego se dieron a la fuga.

“No supe cuál (de los dos) tiró. Si me hubiera tirado a mí, cómo no me iba a dar. Eso fue directo al niño. Nada que fue bala perdida”, insistió Martínez.

El hecho ocurrió en el cruce del boulevard International y la avenida 55, a las 8:39 pm, según el parte policiaco. El sitio es un lote, cercado con una malla metálica, que Martínez renta para estacionar una taquería móvil -las llamadas “loncheras”.

Relató que esa noche había pasado a recoger a su esposa, acompañado de su hijo.

El de Gabrielito Martínez fue el último homicidio de 2011 en Oakland, donde se reportaron 110 muertes violentas durante el año; en 2010 se registraron 95.

Tres niños murieron en 2011 por las balas en las calles de Oakland. Carlitos Nava, de 3 años, el 8 de agosto. Hiram Lawrence Jr., herido el 28 de noviembre, falleció once días después, estaba por cumplir 2 años.

Gabrielito Martínez murió a once cuadras del lugar en que fue victimado Carlitos Nava, ambos sobre el boulevard International. En la misma área, próximo al cruce de la avenida 59 e International, otro infante, de 4 años, fue herido de bala en el brazo, el 27 de agosto; sobrevivió.

Pero un día después, el 28 de agosto, otro niño, éste de 6 años, presenció la muerte de su padre, José Esparza, de 39 años, quien fue muerto a tiros durante un robo. Ocurrió también sobre el boulevard International, en el cruce con la avenida 103.

Sobre el boulevard International, en el cruce con la avenida 54, está por igual el edificio que alberga Mariscos Manzanillo, el restaurante de Gabriel Martínez, el cual cerró hace unos meses.

“Cerré mi restaurante porque no hay negocio; y ahorita no saca uno ni para pagar”, comentó Martínez. “No me he levantado por eso, porque hace uno tantito y te roban”, agregó.

Continuó: “Tengo años que no he hecho dinero para pagar mis facturas. Nada menos el año pasado el gobierno me hizo una auditoría, y están haciendo que les pague 35,000 dólares. Y para pagarles, por ahorrar, mi esposa estaba trabajando, y ésta es la desgracia que me ha pasado por estar bien”.

La mirada hundida en el suelo, en el lote baldío donde suelen estacionar su taquería móvil, Gabriel Martínez describió los últimos minutos de su historia reciente: “Yo llegué y junté basura. Le dije a mi niño: ‘vámonos, hijo’. Y al ir pasando, se me aventó y me agarró de aquí (señaló la pierna derecha); pero ya. Le pegaron de balazos? dos, creo”.

El 1 de enero, la vida pasaba sin detenerse sobre el boulevard, tráfico de un año nuevo. Un letrero luminoso de “Jesucristo es el Señor” justo en la esquina de la avenida 55. Ante la malla frontal del lote había globos, juguetes, flores, veladoras, carteles, cartas en memoria de Gabrielito.

Poblado de amigos, vecinos, periodistas, mujeres que rodeadas de hijos lloraban al describir sus sentimientos y de hombres silenciosos remordidos por la rabia, el lote, sin embargo, era un sitio desolado. Arrasado por su suerte, Gabriel Martínez decía: “Murió en mis manos. Ya después no hallaba qué hacer”.

Cualquiera con información sobre este crimen, debe llamar al Departamento de Policía de Oakland, al 510-773-2805. En servicio las 24 horas.

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