Los ‘amigos’ de Whitney Houston

Con cada declaración que escucho en la tele y en la radio o leo acerca de la estrecha amistad que tenían los que dicen haber sido íntimos de Whitney Houston, comprendo mejor que nunca la letra de la composición de Rubén Blades ‘El Cantante’ que internacionalizó Héctor Lavoe.

Son tantos los “amigos” que se han declarado estremecidos por la muerte de la majestuosa vocalista Whitney Houston que he perdido la cuenta. Todos los supuestos “amigos” de la súper dotada artista han profesado cuánto la querían.

Sin embargo, ninguno pudo ayudar a Whitney con los diablos que a diario ella combatía. La mujer que dominó la escena de la música pop reconoció que ella era su mejor amiga y peor enemiga. La propia Whitney admitió que el alcohol, la mariguana y la cocaína la dominaban sin culpar a nadie por sus malas decisiones.

Tal parece que Whitney entendía que en realidad sus llamados “amigos” lo eran por el interés que le tenían.

Entre esos “amigos” de Whitney, el que más me ha revuelto el estómago es Clive Davis. Ese es el empresario a quien se le atribuye el haber descubierto a la talentosa nativa de Newark, New Jersey. El gran “amigo” de Whitney, el que se ganó millones de dólares con el talento de la vocalista, procedió la noche del sábado con la famosa fiesta que previo a los Grammys es a la que toda la élite de la industria acude. Al gran “amigo” de Whitney no le importó que esta vez no le acompañara en su brazo su “amiga”. Al viejo Davis no le molestó que el cuerpo sin vida de su aclamada artista yaciera en el mismo hotel de Beverly Hills donde horas antes había culminado su torturada existencia. A los “amigos” de Whitney no les pareció insensible que se continuara con la fiesta aun cuando el Médico Forense de Los Ángeles todavía no había dado la orden de levantar el cadáver de su “amiga”.

El salón para el jolgorio anual de Davis se llenó como en previos años. Se reportó que el empresario habló de su “amiga” Whitney. Algunos lloraron, pero ninguno se fue. Todos se quedaron en la celebración de la industria que produce la música que por lo general trae alegría.

Y mientras los restos de Whitney ya están con su familia natural y sus hermanos cristianos, retumba en mis oídos la voz de Héctor cuando desde su atribulado corazón cantaba: Y nadie pregunta si sufro si lloro si tengo una pena que hiere muy hondo. Y sigo mi vida con risas y penas con ratos amargos y con cosas buenas.

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