Camaleones en el poder

Algunos dominicanos residentes en esta urbe, sobre todo lo que nos hemos distanciado de la holgazanería, y moralmente fortalecidos para expresar nuestras desavenencias con respecto a los gobiernos dominicanos; en ocasiones, nos sentimos desarraigados de nuestro lar: República Dominicana.

Tenemos la sensación que de retornar a nuestro terruño nada bueno nos espera; solamente sentiremos la desazón de que, todo tipo de alimañas políticas ha asaltado la cosa pública. Realmente las instancias oficiales están infestadas por ilustradas y catapultadas hetairas, ladrones del erario público, exbandoleros, fulleros, funcionarios viejos verdes seductores de menores, desviados sexuales, encubiertos abusadores de mujeres, así como presuntos civilistas que transgreden los estamentos del Estado que, cual camaleones de la lejana isla de Madagascar, apelan al mimetismo, para adueñarse del país.

A todo esto se agrega un nuevo elemento motorizado por la guerra de las encuestas de cara al próximo torneo electoral; se trata del pleno apogeo del transfuguismo. Y los protagonistas de esta práctica, ahora no sólo son los enrolados en parcelas minoritarias, ni los dirigentes y miembros del desvencijado Partido Reformista Social Cristiano (PRSC).

Las corruptelas gubernamentales se han convertido en cotidianas normas del quehacer político. Y, sobre esas acciones, las disputas de los dirigentes y miembros de los partidos mayoritarios, el de la Liberación Dominicana (PLD), en el poder, así como el Revolucionario Dominicano (PRD), no tienen las herramientas ni la moral necesaria, para demostrar lo contrario. De ningún modo.

Que nadie se llame a engaños, el partido en el poder, así como ha explotado la cultura de la miseria, el clientelismo y todo tipo de acciones ilegales, también ha sentado las bases para instalar en Dominicana el reinado de lo indecente y perverso, revestido de cínismo.

Sólo nos queda la esperanza que, un pueblo que parece adormilado, despierte un día con el coraje de encausar los atisbos certeros de grandes convulsiones.

Definitivamente, el pueblo dominicano está conminado a sacudirse, no se sabe cómo y en qué circunstancias.

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