Nuestro compromiso para Cuaresma

La primera vez que fui detenida por autoridades de inmigración, en Chicago, la organización “Pueblo sin Fronteras” se esforzaba para defenderme. Junto con la presidenta de esta organización, Emma Lozano, organizamos La Familia Latina Unida para luchar en contra de la separación de familias por parte de las leyes rotas migratorias. En mi regreso a México, me enteré del grado en que la experiencia migratoria ha definido nuestro pueblo en todas las Américas.

A los que han estado viviendo en EE.UU. por bastante tiempo, y a sus hijos nacidos en aquel país, la entrada y salida de migrantes constantemente les recuerda los lazos entre ellos y América Latina y la región caribeña, como es el caso también con la gente en México que nos impactan parientes y amigos que regresan de los Estados Unidos al igual que los migrantes centroamericanos que pasan por México rumbo a nuestra frontera norte.

El asunto polémico de inmigración dentro de los Estados Unidos, al igual que el maltrato de los inmigrantes centroamericanos en México, nos recuerda siempre las raíces, y las luchas, que todos tenemos en común. Estas cosas nos hacen entender que somos un “pueblo sin fronteras”.

En esta cuaresma, nos toca ayunar y arrepentirnos. Debemos recordar lo que nos dice la Biblia acerca del “verdadero ayuno”. Dice “¿No es esta la clase de ayuno que he escogido: De soltar las cadenas de la injusticia, y desatar las cuerdas del yugo, de librar a los oprimidos y romper todos los yugos? ¿Acaso no es de compartir la comida con los que pasan hambre, y abrigar al pobre errante? ¿Y cuando ves a los desnudos, devestirlos y no dar la espalda a tu propio carne y sangre?”.

Pienso que en esta temporada de Cuaresma, no debemos olvidar los mandatos de Dios, de “no dar la espalda a tu propio carne y sangre”. No debemos permitir que los políticos, o los predicadores, nos separen de nuestras raíces. Y debemos apreciar mucho a los migrantes y los indocumentados porque constituyen un recuerdo constante de que somos un solo pueblo. El Evangelio nos recuerda que “en vez de tu vergüenza recibirás una porción doble, y en lugar de deshonra vas a gozar de tu herencia.”

A veces ni siquiera queremos extender la mano a nuestro propio pueblo. Tenemos nuestros propios problemas, y no queremos el peso extra de problemas ajenos. Por lo tanto, damos la espalda a nuestra propia gente.

A pesar de las actuales dificultades económicas, conviene enviar ayuda a nuestros pueblos. Tal vez es hasta un poco más importanteactualmente. Debemos participar en las organizaciones que luchan porel bien de nuestro pueblo. Y es un momento para unirnos en contra delos políticos que atacan a nuestras familias.

Nuestros crecientesnúmeros constituyen nuestra fuerza, siempre y cuando recordemos lo que nos dice la Biblia “no des la espalda a tu pueblo”.

En esta época de cuaresma, debemos comprometernos de nuevo con nuestra lucha común. Hay que ser muy claros con los políticos, decirles que estamos unidos y que no aceptaremos a nadie que pretende acosar a nuestro pueblo y separar nuestras familias.

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