La re-cristianización del Primer Mundo

Imagínese usted, querida feligresa, frente al altar de la iglesia donde se celebra una misa funeral para su madre que acaba de fallecer. Imagínese usted que de rodillas ante el sacerdote que ofrece la comunión este cubra el cáliz que contiene las ostias y diga “No puedo darle la comunión porque usted vive con una mujer y según la Iglesia, eso es un pecado.”

Eso hizo el Padre Marcel Guarnizo de la Iglesia Católica St. John Neumann en Gaithersburg, Maryland hace unos días, Pero como si fuera poco, también rehusó asistir al entierro de la madre de la feligresa Barbara Johnson que es una lesbiana.

El Padre Guarnizo también se dedica a dar sermones frente a clínicas donde las mujeres reciben abortos legales y compara a los médicos con “carniceros nazis”.

Esto, junto a la reciente campaña de los obispos contra el mandato de la nueva ley de cuidado de salud que requiere que los planes de seguro cubran el costo de anticonceptivos para sus empleadas, muestra el renovado vigor con que la Iglesia Católica trata de imponer sus creencias a la sociedad en general

Debido a las constantes referencias de parte de los candidatos republicanos a la presidencia, Rick Santorum en particular, contra el derecho de la mujer a decidir sobre su capacidad reproductiva, muchos lo ven como una reacción a la llamada “guerra contra la religión” que supuestamente el Presidente Obama está llevando a cabo.

Tal “guerra” no existe. Lo que existe es un plan de la Iglesia Católica de re-cristianizar a los países desarrollados, en los cuales la Iglesia ha ido perdiendo fuerza desde hace años.

Ibicumque et Semper (Siempre y en todas partes) es el título de la carta apostólica del Papa Benedicto XVI, promulgada el 21 septiembre del 2010, en la cual se instituye el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.

Esta “nueva evangelización” no se trata sólo de utilizar una manera más moderna y práctica de atraer feligreses a la iglesia en el siglo 21. Ya nos llegue por Twitter o Facebook, es en realidad la misma evangelización de siempre pero ahora con un énfasis en “los territorios de tradición cristiana donde se manifiesta con mayor evidencia el fenómeno de la secularización.” O sea, es una nueva cruzada de reconquista de territorios cristianos, no como las del pasado que buscaban cristianizar al mundo islámico.

Este mandato del Vaticano es quizás, no pretendo ser una experta en teología, lo que está detrás de la presente batalla sobre la separación entre la iglesia y el estado (que prescribe la Constitución de Estados Unidos) y la transformación del control de la natalidad en una papa caliente política.

Ya que lo que cambia es el método y lugar de evangelizar y no la interpretación del evangelio en sí, se vislumbra un recrudecimiento de las tensiones entre los deseos de modernidad de los feligreses y la intransigencia de la jerarquía católica y la sociedad en general.

Mientras, muchos no seguirán yendo a misa el domingo y continuarán preguntándose, ¿por qué el Padre Guarnizo no da sermones pro-vida frente a las fábricas de armamentos o el Pentágono?

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