Zona de Juego: No lo llames extranjero

No me llames extranjero, que es una palabra triste,

Es una palabra helada, huele a olvido y a destierro.

(Alberto Cortez)

¿Quién es más extranjero?

¿Aquel que nace en México, pero que nunca vivió en México y que nunca jugó en el futbol mexicano?

¿O es más extranjero el que nació en Argentina, pero que ha vivido en México muchos años y juega en el futbol mexicano?

La controversia que surge cada vez que se llama a un naturalizado para participar con la selección mexicana es retrógrada.

De hecho, ese tema ni siquiera se discute en países que son verdaderas potencias del balompié y que, aun así, convocan a elementos nacidos más allá de sus fronteras.

Equipos nacionales de alto calibre acostumbrados a triunfos en los grandes escenarios mundiales llaman a sus filas a jugadores naturalizados.

España, Italia, Inglaterra lo hacen, ¿por qué es entonces que en México se critica tanto la decisión de que un extranjero, palabra peyorativa desde mi puto de vista, sea convocado al Tricolor?

Para mí, Giovanni dos Santos y su hermano Jonathan son más extranjeros que Damián Álvarez, el mediocampista argentino que juega en los Tigres y que hoy debuta vistiendo la camiseta del Tri.

“Gio” y “Jona” nacieron en territorio de la República Mexicana pero nunca han vivido en México, ni les interesa hacerlo, y nunca han jugado en un club mexicano, y ni les interesa hacerlo.

Los hermanos Dos Santos no son mexicanos de corazón ya que toda su vida han vivido en Europa.

Damián Álvarez, por su parte, es un hombre que aprecia la oportunidad que se le brindó en territorio azteca para crecer como profesional.

De igual manera está agradecido con México por todo lo que le ha dado en cuestión económica para asegurar el futuro de su familia.

Álvarez es mexicano por convicción.

Cuando se habla de vetar la llegada de extranjeros a la selección mexicana, aduciendo que se le está quitando un lugar a un jugador nacional, es caer en el tema de la intolerancia.

Los comentarios en contra de la llegada de Álvarez al Tricolor rayan en el racismo, pero más que nada, en el separatismo.

Es decir, en México no existe un sentimiento antiinmigrante hacia los jugadores foráneos de futbol.

Lo que sí existe es que, una vez naturalizados, se tiene la costumbre de separarlos, de ponerlos a un lado, de verlos con ojos diferentes, a pesar de que bajo la ley son verdaderos mexicanos.

El tema de fondo en este asunto es la convicción del jugador, las ganas que tiene de portar la camiseta de una nación en la que no nació, pero que en su sangre y corazón lleva el deseo de representar esos colores con dignidad y orgullo.

No me llames extranjero, mírame bien a los ojos,

Mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo,

Y veras que soy un hombre, no puedo ser extranjero

No me llames extranjero. (Alberto Cortez)

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