Nunca se apareció para comer

Trabajadora describe cómo buscaron inútilmente esa noche a la asesinada Eridania

Eridania Rodríguez fue asesinada en el mismo  edificio donde trabajaba en tareas de limpieza.

Eridania Rodríguez fue asesinada en el mismo edificio donde trabajaba en tareas de limpieza. Crédito: ARCHIVO

MANHATTAN – La mujer que dio la alarma por la ausencia de Eridania Rodríguez, 46 años, testificó ayer en el juicio contra su presunto asesino, Joseph Pabón, 28.

A preguntas de la fiscal Kristine Keeman, Rosa Quesada, 65 años, fue desgranando sus recuerdos del siete julio del 2009. Quesada dijo que poco antes de las cinco de la tarde se encontró con Rodríguez en el sótano donde “ponchaban” su entrada como limpiadoras, recibían las instrucciones del día y recogían las llaves de las oficinas.

“Mis pisos eran el ocho y el diez, pero ese día mi jefa me cambió para el 10 y el 18”, informó Quesada indicando que Rodríguez fue al cinco y 11. A las 6:45 p.m. Rodríguez la llamó: “Me pidió que, como no tenía armario donde poner su ropa [de calle], si yo podía hacerle el favor de ponérsela en el décimo piso. Le dije que no había ningún problema”.

Un minuto después Rodríguez llegó, dejó su ropa y tras hablar un rato se marchó. A las 9:00 p.m. tenían media hora para comer y las limpiadoras se reunían. Al no aparecer Rodríguez, la llamaron a su celular, pero saltó el contestador. “Había veces que si tenía mucho trabajo, o no tenía hambre, no venía a almorzar”, declaró Quesada, quien trabajó 28 años en el edificio. Rodríguez llevaba un año y estaba contratada para cubrir vacaciones o enfermedad, haciendo un turno de tan solo seis horas.

A las 11:20 p.m., cuando Quesada terminó su trabajo, vio en el armario la ropa de Rodríguez, se cambió de ropa y bajó al sótano a ponchar el fin de su turno, preguntando si habían visto a Rodríguez y le dijeron que debía de haberse ido porque había finalizado su turno. “Les dije que no se podía haber ido, porque sus cosas están en el armario”. A partir de ahí, trabajadores y supervisores comenzaron a buscarla. “En el piso ocho encontramos su carro frente al baño de mujeres… entramos en el baño, se veía limpio excepto el piso… fuimos al baño de los hombres por si se había desmayado allí… fuimos al cuarto donde está el aire acondicionado que tenía la puerta abierta [siempre estaba cerrada] y vimos el gancho con que se sujetaba el pelo”. El cuerpo de Rodríguez fue encontrado cuatro días después en el conducto del aire acondicionado.

El día en la corte se inició con la fiscal Keeman continuando el interrogatorio iniciado el miércoles de Gerard Prickett, Jefe de Ingenieros del edificio y jefe del acusado durante siete años.

El abogado de la defensa, Mario Gallucci, en su contrainterrogatorio a Prickett, destacó múltiples fallas de seguridad del rascacielos, como que cuatro de las 16 cámaras del primer video de seguridad no funcionaban ni dos de las cámaras del segundo video.

Asimismo, mostró fotos en las que los encargados de pedir la identificación a la entrada del edificio no se la pedían a los que llegaban. Entre ellos, César Martínez aparece en varias ocasiones mirando a otras zonas, dándose la circunstancia de que Martínez es hermano de la víctima.

Gallucci identificó otros problemas de seguridad como que había personas que salían a las escaleras para fumar accediendo a aéreas prohibidas, un vagabundo que estuvo durmiendo en las escaleras y tuvieron que llamar a la policía para que patrullara.

Gallucci hizo especial énfasis en las llaves maestras que solamente tenían cuatro personas, una de ellas el acusado. “En los 20 años que ha estado usted, una serie de personas deben haber recibido llaves maestras ¿Ha sido siempre la misma?”, preguntó Gallucci. “Sí”, respondió Prickett confirmando que nunca las cambian. Gallucci le preguntó sobre la máquina para hacer llaves ubicada en el sótano, un cuarto al que 10 personas tienen acceso. Prickett indicó que tienen establecido que la persona debe dejar la llave maestra cuando sale del edificio y si no lo hace le retienen el salario.

Gallucci incidió también sobre la cinta adhesiva [utilizada para atar a la víctima] y sobre cómo era accesible a todo el mundo, no solamente al acusado, encontrándose en los cuartos e incluso en las oficinas de diversas compañías de construcción que son inquilinos del edificio.

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