Dominicanos forzados a mudarse de ‘Platanolandia’

La ciudad de Nueva York no ha experimentado cambios significativos en su paisaje urbanístico durante los últimos 50 años, contrario a su “rostro” poblacional, que aunque alcanza ya los ocho millones, es más latino y dominicano.

Esta cosmopolita ciudad, llamada la Capital del Mundo, cuenta con algo más de ocho millones de habitantes. De ese total, 1,5 millones son dominicanos, y el resto está comprendido entre blancos sajones, afroamericanos e hispanos de otras nacionalidades, destacándose la puertorriqueña, cubana, mexicana (la de mayor crecimiento en los últimos 5 años), ecuatoriana, colombiana y peruana, entre otros grupos étnicos.

Los dominicanos se establecieron en Nueva York a finales de la década del 1930, y para mediados de la década del 1960 ya había un grupo considerable residiendo en Corona, Queens. Luego fueron mudándose para el Valle de Manhattan, por la avenida Columbus y la calle 116.

De allí fueron subiendo y se establecieron en cantidades en la 135 y Broadway. En la parte alta de Manhattan existen cinco barrios, Hamilton Heights, Inwood, Marble Hills, West Harlem o Hispanic Harlem y Washington Heights, poblados en su mayoría por inmigrantes dominicanos de hasta cuatro generaciones.

Pero Washington Heights, o “Quisqueya Heights” no es hoy lo que era en el 2000. Y aunque la mayoría sigue siendo dominicana (85%) en la última década los altos costos de los alquileres están amenazando su hegemonía.

Es común ver aquí tres negocios cerrados en una misma cuadra y zonas habitadas completamente por anglosajones, chinos o judíos.

Dos décadas atrás, a finales de los 90s, “platanolandia” era todo un sector colorido, lleno de vida, donde se realizaban los más sonoros festivales.

Las navidades aquí pasan sin pena ni gloria, y los grandes conciertos en el legendario Teatro United Palace son cosas del pasado.

“Platanolandia” parece pedir a gritos el auxilio de sus políticos y del propio alcalde Mike Bloomberg, quien visita la zona regularmente y ha dicho en varias ocasiones que simpatiza con la cultura dominicana, llegando a incluir en su dieta el famoso mangú.

El Alto Manhattan está sumido en una serie de cambios drásticos que amenazan con desaparecer la propia comunidad dominicana. Y aunque en términos políticos vamos creciendo, la amenaza mayor la constituye los altos precios de la renta, el acoso de los tickeros y el desempleo que supera el 30% en este grupo étnico.

La renta de un apartamento de una habitación oscila entre 950 a 1,200 dólares. Aquellos históricos apartamentos de cinco habitaciones que estaban de moda por la década de los 90s prácticamente han desaparecido. El desplazamiento es real, sistemático y bien organizado.

Luego del Acta Patriótica “sobre seguridad nacional” firmada porGeorge Bush en enero del 2002, los caseros están pidiendo ingresos superiores a los 50.000 dólares, empleo fijo y un record excelente. Antes usted rentaba un apartamento hasta con una cédula dominicana. Ahora los caseros piden 15 documentos diferentes, pero es para no rentarte. Los dominicanos debemos organizarnos, velar y orar unánimes para no perder nuestro habitat de más de 50 años.

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