Una historia con corazón
La película, cuyo título bien se podría traducir como Sillas musicales, es un drama romántico que gira en torno al baile de salón que se efectúa con uno de los miembros de la pareja en silla de ruedas
E.J. Bonilla tenía razones más que profesionales para audicionar para la cinta Musical Chairs.
“La historia está muy cerca de mi corazón; mi tío fue tetrapléjico por 31 años antes de morir. Sabía que la tenía que hacer, que la tenía que dedicar a mi tío. Sabía que estaba ahí por una razón, y estaba más que contento por haber aceptado”, dijo el actor de ascendencia puertorriqueña.
Finalmente, luego de varias pruebas y de vencer a varios contendientes, Bonilla se quedó con el papel principal de la cinta, que se estrena en Los Ángeles el viernes.
La película, cuyo título bien se podría traducir como Sillas musicales, es un drama romántico que gira en torno al baile de salón, pero no al que comúnmente se conoce, sino al que se efectúa con uno de los miembros de la pareja en silla de ruedas.
Esta modalidad, aunque muy popular en Asia y Europa, todavía no es popular en Estados Unidos, y darlo a conocer fue una de las intenciones de Susan Seidelman, directora del filme, cuando decidió dirigirlo.
Bonilla, bailarín profesional que estudió ballet, danza moderna y jazz, y que perteneció a una compañía neoyorquina de hip-hop y danza africana, hace el papel de Armando, un chico de un barrio del Bronx que sueña con bailar profesionalmente, pero que se lo impide su condición económica.
Entonces, mientras algo sucede, se conforma con ser el conserje de una escuela de baile de Manhattan, donde se enamora de Mia (Leah Pipes), una joven maestra de danza.
La relación entre ellos comienza cuando atropellan a Mia y queda confinada a una silla de ruedas. Para motivarla a que siga bailando, Armando la convence de participar en un concurso de baile de salón que se va a efectuar en Nueva York.
“La gente la debe ver [la película] porque primero, les va a afectar, y segundo, porque van a apreciar lo que tienen”, anticipó el actor, cuyas iniciales E.J. significan Edward Josua. “Es un hermoso mensaje, especialmente para la gente que tiene alguna discapacidad. Ellos sienten que son menos que una persona completa, y eso es una situación que mi propio tío vivió”.
Para Bonilla, esta es una forma de decirle a la gente que no puede caminar “que están completos y que son bellos”.
Este es el quinto papel de Bonilla, de 23 años, como protagonista. Antes de esta cinta participó en Don’t Let Me Drown, Mamitas, The Mortician y Four, que se estrena este año.
Se convirtió en actor por casualidad, luego de haber participado en una obra de teatro en la secundaria.
“No pude evitarlo”, dijo sobre su primer amor, que está incluso por encima del baile.
Es por eso que no le preocupa que le ofrezcan papeles en donde tiene que bailar -con el riesgo de que después lo encasillen como “actor que baila”-.
“Soy un actor primero, y creo que este papel me lo dieron por las cosas que he hecho [como actor]. Pero si hay otra película en la que tenga bailar, lo hago”, dijo.