Arranca la batalla por la presidencia

Los dos partidos de derecha, PRI y PAN, y la coalición de izquierdas encabezada por AMLO son las tres opciones con posibilidades reales de alcanzar la presidencia.

Andrés Manuel López Obrador, el candidadato de izquierda, comenzó en Tabasco.

Andrés Manuel López Obrador, el candidadato de izquierda, comenzó en Tabasco. Crédito: EFE

MÉXICO, D.F.- Las campañas políticas iniciaron ayer con la insistencia de los tres principales candidatos presidenciales en considerarse a sí mismos como la personificación del “cambio” que hará posible la transformación positiva del país basado en sus experiencias de vida.

Enrique Peña Nieto, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que en la “Alianza por México” con el Partido Verde encabeza las encuestas, apostó por firmar ante un notario sus compromisos de propaganda, un esquema que utilizó desde la gubernatura en el Estado de México (2005-2011).

De entrada, signó tres: eliminar 100 diputaciones de 500, crear la Comisión Nacional Anticorrupción y transparentar los bienes de los funcionarios.

Lejos del estado de Jalisco, donde el político de 45 años inició su propaganda, su más cercana rival, Josefina Vázquez Mota, del gobernante Partido Acción Nacional (PAN), intentó desde su casa de campaña en el Distrito Federal quitarse el “sambenito” que pende sobre el gobierno federal por la lucha frontal contra el crimen oranizado.

Remarcó que la inseguridad del país se concentra en los estados gobernados por el priismo y prometió que, de ganar, “no negociará” con los criminales.

Para el izquierdista, Andrés Manuel López Obrador, que por segunda vez contiende a la Presidencia en una Alianza del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano, sus dos contrincantes son “más de los mismo” y se fue directo contra el delantero.

“Peña Nieto encarna la corrupción”, opinó antes de partir a su “agua”, como describió a Macuspana, Tabasco (sureste), donde nació el 13 de noviembre de 1953 para arrancar en un mitin sus giras que concluirán, como las de todos los aspirantes, el 27 de junio próximo.

El perredista revivió así el escándalo del tío y padrino político del candidato puntero. Arturo Montiel, gobernador del Estado de México predecesor de Peña Nieto en el cargo, es acusado de enriquecimiento ilícito y abusos de poder, razones que lo llevaron a desistir en sus intensiones rumbo a Los Pinos.

Montiel impulsó la carrera política de su sobrino que acogió como su asistente y funcionario en la Administración antes de presuntamente imponerlo como legislador de un distrito en Atlacomulco -bastión de cúpulas priistas ortodoxas- y candidato al Gobierno del Estado de México.

Peña Nieto ha dicho que él es una nueva generación.

Ayer se ancló a la palabra “cambio”. La repitió 10 veces en un largo discurso en la Plaza de la Liberación y prometió combatir la pobreza, mejorar la economía y la inseguridad, pero no dijo cómo.

Del otro lado del escenario, López Obrador y Josefina Vázquez Mota, de 51 años, se mostraron cómodos con volver a sus orígenes para impulsarse hasta Los Pinos.

El primero porque hizo de su estado un experimento fallido contra la corrupción, a través de células integradas por personas extraídas de las bases del PRI. Partido que presidió de manera local y para quien escribió el himno que aún cantan, y que son el antecedente de lo que pretende a nivel nacional.

“Cada una de estas células fue encargada de hacer una gran hoja que pegaban en la plaza pública con los datos de las obras indispensables para la comunidad, la fecha de inicio y de ejecución y el monto del presupuesto”, describe. Jorge Zepeca Patterson, analista político y compilador de obras sobre la vida de los presidenciables.

“El ejercicio provocó un síncope a los presidentes municipales que pidieron su destitución”.

Era 1983 cuando fue separado del cargo, tenía 30 años y fue el arranque de un estilo de trabajo contra las “clases privilegiadas” que marcaría su vida política que siguió con la afiliación al PRD, la toma de instalaciones de Petróleos Mexicanos y otras medidas radicales contra la corrupción.

La negativa a reconocer sus derrotas en las candidaturas por Tabasco (1994) y la presidencial en 2006, lo han llevado a esta contienda con menos popularidad y hoy se encuentra en el tercer sitio después de la primera mujer en México que tiene posibilidades de ganar la Presidencia.

Vázquez Mota, de 51 años, avanza a contracorriente con el peso de 12 años de desgaste en el gobierno de su partido, en el que se posicionó sin más experiencias que la contienda interna por la candidatura presidencial.

Su ascenso se lo debe a la empatía con el expresidente Vicente Fox (2000-2006), quien la llevó de ser una política poco conocida hasta la Secretaría de Desarrollo Social y a las listas plurinominales para el congreso donde se impulsó también como secretaria de Educación.

En el inicio de su gira, ayer volvió a la colonia de clase media donde creció e hizo sus estudios elementales antes de saltar a la carrera de Economía en la jesuita Universidad Iberoamericana.

En su primer discurso pidió la oportunidad de acabar de borrar con el sistema de “autoritarismo” e “impunidad” que creó el PRI en 72 años de gobierno y visualizó una segunda fase contra el crimen organizado: la del Estado de derecho, el combate a la desigualdad y una “cruzada” por la productividad.

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