La identidad boricua se sienta a la mesa

Comida y cultura de la diáspora puertorriqueña en el Hunter College de Manhattan

"El amor entra por la cocina: culinaria e identidad cultural entre puertorriqueñas que viven en Nueva York"

"El amor entra por la cocina: culinaria e identidad cultural entre puertorriqueñas que viven en Nueva York" Crédito: Archivo

Manhattan.- En la casa de Cecilia Hernández en la isla de Vieques no se cocinaba los viernes santos. En cambio el jueves se hacía marifinga (harina de maíz con bacalao guisado), ensalada de langosta (si había dinero) y arroz preparado con leche de coco, en vez de manteca de cerdo.

Hoy los recuerdos de su mesa familiar y los de otras veinte boricuas de la ciudad alimentarán el apetito y la nostalgia durante la presentación “El amor entra por la cocina: culinaria e identidad cultural entre puertorriqueñas que viven en Nueva York”, en el Centro de Estudios Puertorriqueños de Hunter College, Manhattan.

Las tradiciones gastronómicas de estas mujeres que emigraron de Puerto Rico hace más de 60 años fueron el centro de una investigación de la profesora del Culinary Institute of America, Nilsa Rodríguez-Jaca. En ella, la experta revela una realidad común a todos los latinoamericanos en el exilio, para quienes la comida de “casa” los hace sentirse unidos a sus familias y países en la distancia.

“Quería aprender de las tradiciones culinarias de la diáspora puertorriqueña en Nueva York”, explicó Rodríguez-Jaca al teléfono, quien en una segunda parte de su estudio indagará en cómo en los fogones boricuas se han reinventado platos típicos de Navidad y Acción de Gracias.

Su trabajo es una memoria oral sobre el papel de la mujer en el hogar, así como prácticas alimenticias y de consumo que se creían “exclusivas” de la isla, pero que se mantuvieron vivas entre los millones que se establecieron en esta parte del país a partir de 1948.

Aunque las nuevas generaciones prefieran más una hamburguesa, con el tiempo el menú de casa poco ha cambiado – advierte la docente puertorriqueña –, aunque el paladar boricua se haya acostumbrado más a los adobos procesados y la gente ya no tenga tiempo de sentarse a la mesa. Sin embargo, aún hoy las madres siguen cumpliendo un rol fundamental para mantener viva la cultura a través de la comida.

Para quienes no pueden vivir sin un enlatado o un condimento de cajita, habrá muchas sorpresas, cuando descubran cómo se hace un auténtico adobo a base de achiote y otros secretos de la mesa que nada mejor que una abuela para contar. El encuentro será hoy a las seis de la tarde.

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