Una hispana busca frenar las pandillas

Deanna Rodríguez tiene como prioridad encontrar nuevas maneras para reinsertarlos en la sociedad como personas útiles

La abogada Deanna Rodríguez dirige la División contra las pandillas de la fiscalía de Brooklyn.

La abogada Deanna Rodríguez dirige la División contra las pandillas de la fiscalía de Brooklyn. Crédito: José A. Rivera / EDLP

Nueva York – Una abogada criminalista, nacida en El Barrio (Spanish Harlem) de padres puertorriqueños, es quien tiene en sus manos la misión de erradicar las pandillas de Brooklyn.

Deanna Rodríguez recibió el encargo del fiscal Charles J. Hynes de servir como subjefa de homicidios “cuando esa oficina no reflejaba la diversidad de la gente a la que servía”, según cuenta.

En 1994 se creó la división contra las pandillas de la fiscalía y, dos años después, Rodríguez pasó a encabezarla.

Hoy, después de casi dos décadas, ella la sigue dirigiendo, aunque actualmente, más que perseguir a los pandilleros para meterles tras las rejas, su máxima prioridad es dar con nuevas maneras para reinsertarlos en la sociedad como personas útiles.

Usted se ha mostrado muchas veces disconforme con las estadísticas de la policía sobre el número de pandilleros. ¿Cree que la cifra de pandilleros está aumentando?

En mi experiencia, si alguien, sea quien sea, te da una cifra sobre el número de pandilleros, debes multiplicarla por 20. La realidad es que no hay un solo espacio en nuestra sociedad que en algún nivel no esté siendo afectado por las pandillas. No puedo dar cifras exactas sobre el número de pandilleros, pero si puedo decir que la violencia causada por las pandillas está incrementando.

Está subiendo en todo el estado de Nueva York y está subiendo en todo el país. Y hay una razón muy sencilla para ello: cuando la economía está mal, los más perjudicados son los dos sectores más vulnerables de nuestra sociedad, que son los niños y los ancianos. Es imposible evitar que nuestros niños entren en las pandillas si se retira toda la financiación para los programas extraescolares y para los propios colegios, privándoles de lugares seguros a los que acudir. Vivimos además en un tiempo en el que es muy raro que uno de los padres se pueda quedar en casa atendiendo a sus hijos, porque ambos tienen que trabajar.

¿Qué diferencia a los miembros de las pandillas latinas de los miembros del resto de pandillas?

Son más violentos. Cualquiera puede hacerse con un arma y disparar a alguien. Las pandillas latinas son famosas por utilizar puñales y navajas. Apuñalar a alguien requiere muchísimo más coraje, ya que hay que estar muy cerca y requiere mucha fuerza. Así que sí, puedo decir que de todas las pandillas que superviso, las latinas son las más violentas.

¿Puede hablar más en detalle de las características únicas de algunos de los tipos de pandillas latinas?

Las pandillas mexicanas, por ejemplo, son peculiares porque todos sus miembros trabajan. Todos tienen trabajos, y cuando salen de ellos empiezan a tomar y luego alguien muere. La de los “Niños Malos” diría que está entre las más violentas. Pero luego están “Los Trinitarios” (pandilla dominicana), que juegan a otro nivel. Son tan violentos que absolutamente nadie los quiere, ni siquiera los dominicanos. Ellos tampoco quieren ningún aliado, simplemente quieren hacerse con todo.

Además requieren que sus miembros más recientes cometan un crimen lo más pronto posible y luego les hacen creer que no hay escapatoria de la pandilla. Y los “Latin Kings” también están resurgiendo.

Aunque no tengan la estructura de antaño, pueden ser incluso más peligrosos.

¿Qué área de la ciudad está sufriendo más la violencia causada por las pandillas?

Es algo muy difícil de decir, porque no hay una sola área de la ciudad que de una forma u otra no esté sufriendo a las pandillas. Esto ya no es un problema de los pobres, de los latinos o de los afroamericanos, es un problema de los estadounidenses. Hasta los niños ricos, cuyos padres son doctores o abogados, no están seguros. Esos padres que dicen que no tenían ni idea porque sus hijos hacían lo que hacían, simplemente deberían escuchar la clase de música que ellos escuchan.

Me gusta el rap, pero no tolero el rap de gangsters. No puede ser que dejemos a nuestros hijos escuchar música que celebre el matar a un policía. Hemos fallado a esta generación y, como adultos, todos somos responsables de lo que está pasando.

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