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Carol J. Ríos - Enfermera, Centro de Cáncer John Theurer. Hospital de Hackensack
Carol J. Ríos Crédito: Especial EDLP / Luz Barbosa
“Fui la primera en obtener un título universitario en mi familia”, afirma con orgullo esta enfermera, hija de padre chileno y madre argentina.
Carol J. Ríos no olvida que sus padres tenían hasta tres trabajos para poder educar y mantener a sus hijos. Fue así que se graduó de enfermera en 1996 de la universidad Pace.
Recuerda que descubrió su vocación por la enfermería en su adolescencia, cuando una compañera de estudios fue diagnosticada con leucemia. Eso la motivó a investigar sobre la enfermedad y a enfocarse en perseguir la profesión de enfermera.
Su primer trabajo lo consiguió en un hospicio cuidando pacientes con enfermedades terminales. “Fue un trabajo muy intenso, y también un privilegio poder ser parte de los momentos más vulnerables en la vida de los pacientes que atendí”, recuerda Ríos emocionada.
De ahí pasó al hospital de Hackensack, en donde ocupa la posición de Enfermera Administradora de Casos, con pacientes que padecen de cáncer de mama.
“Desde el diagnóstico hasta el tratamiento de estas pacientes, mi trabajo es facilitar el cuidado de los mismos junto al oncólogo y nuestro equipo”, asegura Ríos.
Como prueba del destino, hace poco tuvo que enfrentar el flagelo del cáncer en su propio territorio. “Mi madre, mi querida mamá, fue diagnosticada con cáncer de mama, fue como si todos estos años de experiencia como enfermera oncológica, hubieran sido para poder ayudar a mi madre a sobrepasar esa terrible realidad”, menciona con un dejo de tristeza Ríos.
Sin embargo y a pesar de esta dura experiencia, no deja de pensar en todo lo gratificante de su trabajo.
Ríos disfruta reclutando y orientando a jóvenes hispanos que están interesados en seguir la profesión de enfermeros. “Necesitamos más hispanos en el área de enfermería, que puedan asistir y facilitar el cuidado de la comunidad latina”, indica.
Aconseja a todas las mujeres hispanas a que se hagan el auto examen de seno desde los 20 años, una semana después de su periodo menstrual, como manera de asegurar una prevención eficaz.
Como terapia de relajación Díaz usa la oración, a la que siempre acude al finalizar sus intensos días de trabajo. Sus pequeños de 4 y 2 años, junto a su marido, le aportan el balance que necesita para disfrutar de su vida.
