Las rutas de Cartagena

Estoy loca por ver alguna foto de las prostitutas que los agentes del servicio secreto norteamericano alquilaron en Cartagena la semana pasada, días antes de la visita del Presidente Obama. Me las he estado imaginando y he llegado a la conclusión que tienen que lucir, como mínimo, igualitas a Sofía Vergara.

¿Qué otra razón puede haber para que los guardaespaldas del Presidente de Estados Unidos hayan perdido la cordura y tirado por la borda sus carreras, puesto en peligro la seguridad de nuestro primer mandatario y creado una situación embarazosa tanto para los colombianos como para los norteamericanos?

Las acariciantes brisas caribeñas y el consumo desmedido de licor son pociones potentes que pueden causar desvaríos al más comedido y responsable individuo. Hasta la Secretaria de Estado Hillary Clinton, se soltó el moño por una media hora, bebió cerveza a pico de botella y bailó una rumba en el Café Havana. Afortunadamente, volvió sola a su hotel.

Pero los hombres son otra cosa. Una docena de agentes secretos, a plena luz de luna, cargaron con una docena y media de prostitutas y las llevaron a sus habitaciones en el Hotel Caribe. Eso fue una acción supremamente descabellada, pero como dice el dicho, dos tetas halan más que una carreta. Y no hay nada que valga más que un par de nalgas, excepto si un agente de seguridad es tacaño y rehúsa pagar lo acordado a la mujer en cuestión.

No cabe duda que como hemos visto en los últimos días, los caminos que van y vienen de Cartagena son muchos y variados. Algunos llevan a la cumbre, otros al bajo fondo, otros a ninguna parte.

La mayoría de los reportajes sobre la VI Cumbre de las Américas se han concentrado en el escándalo sexual, puesto que no hay nada más sabroso e intrigante que la conexión entre burdeles y política.

Pero otro caso de prostitución política desplegado en Cartagena no ha sido analizado con el mismo rigor, quizás porque lleva repitiéndose cada cuatro años durante medio siglo Y en ese caso, el Presidente Obama y Hillary Clinton no se fueron solos al hotel.

Ambos continúan aferrados a mantener el embargo y a excluir la participación de Cuba en la próxima Cumbre que se llevará a cabo en Panamá en el 2015. Todo a cambio del voto de los cubanos de la Florida. Eso es menos de lo que cobraron las prostitutas de Cartagena, ya que la mayoría de los cubanos en la Florida son republicanos.

Todos los países del hemisferio votaron a favor de la inclusión de Cuba con la excepción de Estados Unidos e, inexplicablemente, Canadá. La Cumbre cerró sin una declaración final. A pesar de los grandes cambios que ha habido y están a camino en Cuba, Obama repitió que Cuba “no se ha movido hacia la democracia” y por lo tanto merece seguir borrada del mapa.

“Cuba tiene que ser perfecta,” me dijo un cubano en La Habana hace años, con un tono de amargura y desesperanza en la voz. “Mientras que Estados Unidos tiene relaciones diplomáticas y comerciales con docenas de países con menos democracia, a Cuba se le exige ser un parangón de virtud. No importa los cambios que hagamos, nunca pasará nada.”

Así parece ser. Al final de la jornada, la ruta de Cartagena no conduce a ninguna parte.

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