La historia de una cumbre en dos idiomas

A la VI Cumbre de las Américas el fin de semana pasado fueron todos menos cuatro de los presidentes de la región.

Los medios de prensa en la mayoría de los países de América Latina se quejaron que la reunión hubiese terminado sin una declaración conjunta; hablaron que Estados Unidos había impedido la participación de Cuba en dicha reunión; discutieron la petición argentina de apoyo para su reclamo territorial sobre las Islas Malvinas; y dijeron que habían comenzado un diálogo sobre si se debía comenzar a pensar a descriminalizar el uso de drogas. Todo esto fue tema secundario y de poca importancia en los medios de prensa en inglés en Estados Unidos. Esto sólo lo trataron los principales diarios nacionales y los medios del sur de la Florida.

Para la mayoría de los medios estadounidenses fue de mucho más interés el “escándalo sexual” supuestamente llevado a cabo por 20 miembros del Servicio Secreto de Estados Unidos y soldados presentes en la ciudad. A ellos se les acusa de llevar prostitutas a sus cuartos.

No importa que en la zona rosa de Cartagena la prostitución sea legal. Los miembros del Servicio Secreto encargados de custodiar la seguridad del Presidente Barack Obama tienen que regirse por reglas mucho más estrictas. Ellos estaban allí para preparar los operativos de seguridad para Obama y sus indiscreciones fue motivo de escándalo para los medios de prensa y explicaciones hasta del mismo presidente. Implícitamente hay una crítica a la administración, lo cual es ridículo.

No hay duda que el escándalo sexual es tema jugoso. Eso nadie lo disputa. Pero lo que no puede permitirse es que la cobertura del mismo opaque todo lo ocurrido en la cumbre.

“La cumbre fue un fiasco”, dijo Patrick Duddy, ex embajador estadounidense a Venezuela y profesos visitante en la Universidad de Duke. “La historia de los miembros del Servicio Secreto y las prostitutas distrajo la atención sobre la verdadera noticia. Y ese es el enorme golfo que surge entre Estados Unidos y las naciones de la región en muchos temas”.

Esto es obvio. Pero como es posible que exista un entendimiento entre los presidentes de países que asistieron a la reunión si los medios en Estados Unidos sólo estaban interesado en los soldados y las putas. Ni siquiera hablemos de los presidentes ausentes porque Cuba no fue invitada a la reunión – Daniel Ortega de Nicaragua y Rafael Correa de Ecuador. O de Hugo Chávez que en vez de ir a Cartagena tuvo que regresar de emergencia a Cuba para seguir su tratamiento de un cáncer avanzado que pone en peligro su salud.

El Presidente de Colombia Juan Manuel Santos quería hablar de nuevas formas de luchar contra el tráfico de drogas. Dijo que valía la pena discutir la posible descriminalización de su uso. Gran parte del continente se encuentra enfrascado en una lucha cruenta contra los carteles de la droga. Estados Unidos dijo no.

Muchos de los presidentes en Cartagena quieren que en reuniones futuras le permitan invitar a Cuba. Estados Unidos explicó que Cuba no era un país democrático y que sólo los países democráticos de la región podían participar en las mismas y Cuba no es una democracia.

Argentina quería el apoyo, de los países de la región a sus reclamos sobre las Islas Malvinas. No pasó nada.

En público los presidentes hablaron de libre comercio. Pero en voz baja muchos de los países, entre ellos Brasil, una de las mayores economías del mundo, tienen planes para imponer nuevas tarifas arancelarias.

A fin de cuenta la reunión terminó y no se pusieron de acuerdo ni siquiera en leer una resolución conjunta. La cumbre fue un fracaso; un fiasco diplomático de enormes proporciones. Ya hay quienes dicen que VII cubre a celebrarse en Panamá en tres años no va a realizarse.

Hay pocas historias que muestren en forma más clara las diferencias entre los países del norte de este continente y los del sur que esta desdichada cumbre. En la América Latina querían hablar de drogas, de la violencia que la misma conlleva; de Cuba, de las Malvinas. Y los medios de prensa anglo-parlantes –a excepción de los muy grandes o los el sur de la Florida– sólo quieren hablar de puterías. Todo lo demás es como decimos los periodistas: material de relleno.

Hay que empezar por algún lugar, Pero las preguntas son las mismas: ¿Cómo? ¿Cuándo? Y ¿dónde?

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