Un siglo y dos años de memorias y sabiduría
Para tener larga vida doña Carmen Laboy dice que lo mejor es comer sanamente
Nueva York – En el sofá de su sala en Queens, Carmen Laboy, una lúcida puertorriqueña de 102 años, hizo un viaje de regreso a su juventud.
Laboy nació el 12 de abril de 1910 en un pueblo llamado Juana Díaz, cerca a Ponce. Cuando tenía 37 años llegó a Nueva York junto a su única hija, Iris Dalia.
“Llegué primero que el telegrama”, dijo Laboy. “Viajé en la noche y llegué como a las 5 de la mañana. Esperé y esperé y no llegó nadie, pero yo me sabía la dirección y cogí un taxi y me vine a la casa de mi hermana Estela”, narró animadamente.
Laboy duró viajando cinco horas -porque en ese entonces los vuelos paraban en Cuba, República Dominicana y Florida antes de llegar a Nueva York, dice- y llegó primero que el telegrama que había enviado su mamá para que los familiares en Nueva York la recibieran.
“Por eso nadie fue a recibirla”, dijo su sobrino Eugenio León.
“Me vine porque habían muchos temblores y se abría la tierra tumbaba los palos de mango”.
Fue debido a la situación económica causada por los temblores que la mamá de Laboy aprovechó el ofrecimiento de los jefes de Laboy de venir a vivir a la Gran Manzana a seguir trabajando. En ese entonces, Laboy seguía la tradición de la familia de coser a mano para una compañía de alta costura en Manhattan por $10 a la semana.
“Con esos ($10) hacía la compra, pagaba la luz, mandaba lavar la ropa, pagaba la renta”, contó la señora Laboy lúcidamente.
Después de jubilarse, a los 65, Laboy siguió cosiendo desde casa y mandaba el material a las tiendas y a Puerto Rico, hasta que empezó a tener problemas de visión, según contó el sobrino.
De sus familiares en Puerto Rico, recordó a su abuela, “La abuela Julia, era blanquita española”. Además recordó el temperamento que la caracterizaba. “Cuando le hacían algo malo a sus hijos sacaba el machete. Hasta yo dormía con un machete también”, recordó sonriendo.
Laboy también recordó a su papá. “Papá enfermó, le dio cáncer por fumar y murió Papá no nos dejaba salir a bailar, decía que los hombres son mañosos”, dijo riendo.
Los 100 años, Laboy recuerda haberlos celebrado en familia. “Se reunió toda la familia, me trajeron regalos y yo hasta baile con José (otro sobrino)”.
Laboy aconsejó que para tener una vida larga hay que “comer sanamente: avena y un huevo diariamente. El pollo asado y no frito porque tiene grasa. Además hay que cepillarse los dientes después de cada comida”, agregó mostrando su buena dentadura.