Latinos rechazan pena de muerte

Frank Carrillo pasó 20 de sus 38 años tras las rejas por un crimen que juraba no había cometido, el asesinato de un hombre de 42 años de Lynwood.

SACRAMENTO.- Frank Carrillo pasó 20 de sus 38 años tras las rejas por un crimen que juraba no había cometido, el asesinato de un hombre de 42 años de Lynwood.

Hace trece meses un fiscal de Los Ángeles finalmente declaró que Frank había probado que era inocente por lo que no iba a pelear más su caso y podía salir libre.

Hoy Frank Carrillo convertido en estudiante de Loyola Marymount University en Los Ángeles reconstruye su vida y busca a través de su trabajo con la organización no lucrativa Death Penalty Focus con sede en San Francisco, que la pena de muerte sea reemplazada por cadena perpetua porque dice que “el sistema judicial está quebrado y pueden matar a un inocente”.

Y subraya: “Si me condenaron a mí a cadena perpetua por un asesinato que no cometí en base a que un niño de 15 años fue forzado a seleccionar mi imagen, igual pueden sentenciar a un inocente”.

Explica que no fue hasta 15 años después de estar preso cuando un grupo de abogados creyó en él y lo ayudaron a probar que era inocente.

“La prisión de por vida es un castigo más justo que la pena de muerte porque al ejecutar a alguien, este no va a sufrir por lo que hizo”, señala Frank Carrillo, hijo de padres mexicanos y quien ha entablado una demanda contra los alguaciles que armaron su caso que lo sentenció a cadena perpetua.

En California, los electores tendrán que decidir en las elecciones de noviembre si quieren reemplazar la pena de muerte por la cadena perpetua sin derecho a libertad condicional. Si los votantes aprueban la medida, todas las sentencias de ejecución en el estado serían transformadas a prisión de por vida.

Los latinos figuran en el grupo que más está a favor de este cambio, así lo reveló el sondeo del Instituto de Políticas Públicas de California (PPIC) de septiembre pasado, el cual encontró que 67.2% de los latinos están a favor de reemplazar la pena de muerte por prisión de por vida contra 26% que se oponen.

Javier Stauring, codirector de la Oficina de Justicia Reparadora de la Diócesis de Los Ángeles y quien trabaja tanto con las víctimas de crímenes como con los padres de las presos, dijo que la objeción a la pena de muerte por parte de un número importante de latinos puede deberse a que el 30% de ellos en California son católicos.

Stauring critica que los fiscales no permitan que un familiar exponga durante un juicio que no está a favor de la pena de muerte y que a una persona no se le permita ser jurado si está en contra de la pena capital. De hecho, la Asociación de Fiscales de California se opone al reemplazo de la pena máxima por la prisión de por vida.

“Por qué no usamos todo ese dinero que gastamos en la pena de muerte en prevenir que haya más víctimas y hacer que más latinos se gradúen de la secundaria, eso es la mejor manera de detener la violencia y el crimen”, asegura Stauring.

En los últimos 30 años, California ha ejecutado a 13 de los condenados a la pena de muerte.

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