Recurren al sobador para aliviar el dolor

En barrios latinos es común hallar este tipo de persona para curar dolencias

Pedro Granadas, de 52 años, hace más de 30 años que es sobador. Granadas masajea la espalda de un cliente.

Pedro Granadas, de 52 años, hace más de 30 años que es sobador. Granadas masajea la espalda de un cliente. Crédito: Jonathan Olivares / Pulso de Boyle Heights

Fernando Guzmán sufría de dolor crónico en las lumbares, pero las reiteradas visitas al médico se volvieron demasiado caras, y también le hacían faltar al trabajo. Por lo tanto, Guzmán, de 58 años, decidió ir a ver al sobador, el curador y masajista tradicional que habitualmente es parte de las comunidades latinas.

Guzmán, que generalmente usa un pañuelo con la bandera mexicana y le encanta trabajar en el jardín de su casa, es uno de los tantos latinos de Boyle Heights que va a ver al sobador en vez del médico.

Algunos confían más en el sobador que en el médico. Otros lo hacen porque desean continuar con la tradición o porque no tienen seguro médico.

Generalmente, la gente va a ver a un sobador que le recomendó alguna persona. La experiencia del sobador en este método ancestral de sanación puede variar mucho. A algunos los deja peor, mientras que otros dicen que su dolor se alivia en forma instantánea.

“Creo más en el sobador que en el médico”, dice Gerardo Ochoa, jardinero de Boyle Heights.

Pero Guzmán, conductor de camionetas que trabaja para una empresa de estacionamiento en el Aeropuerto de Los Ángeles, dice que su experiencia con el sobador fue “muy dolorosa” y que no volverá a ir.

Los sobadores no tienen capacitación profesional formal, pero dicen poder curar articulaciones dañadas, dolores de espalda y otras dolencias. El tratamiento consiste en masajear la zona dolorida, aplicar medicinas o cremas con hierbas y a veces sugerir cambios en la dieta.

El sobador generalmente aprende su oficio de alguna persona anciana de la familia, que lo introduce en el arte de los masajes como aprendiz informal.

Así es como aprendió Pedro Granadas, de 52 años, que trabaja como sobador en Boyle Heights. “Esto ya viene de relación de la familia, viene de mi papá, mi mamá y mi abuelo”, dice Granadas, que hace más de 30 años que es sobador.

Granadas, que nació en Aguascalientes, México, decidió convertirse en sobador después de pasar su infancia viendo a su padre hacer masajes y curar personas. Los masajes se convirtieron en una tradición familiar. Sin embargo, el principal trabajo de Granada es como obrero de la construcción.

Los sobadores no son un fenómeno único de Boyle Heights y de la comunidad latina. En muchas culturas existe la tradición de curar a través del uso de las manos o de los masajes, como los tailandeses con los masajes o los chinos con la acupuntura.

“Sin importar a qué cultura se pertenezca, cuando uno se enferma, quiere sentirse mejor”, señala el Dr. Robert Krochmal, médico defensor de la medicina integral, que combina los métodos tradicionales de sanación con la medicina moderna. “Los médicos no son los únicos capaces de ayudar a una persona a estar sano. Es importante ser humildes y reconocer que si bien contamos con muchas herramientas maravillosas, no tenemos todas las respuestas”.

No existen normas estatales que supervisen a los sobadores, señala Russ Heimerich, portavoz del Departamento de Asuntos del Consumidor de California, aunque los sobadores no deben practicar la medicina. En el año 2009, la Asamblea Legislativa creó el Consejo de California para la Terapia de Masajes que emite certificaciones a masajistas y profesionales que cumplen con ciertas normas. “Lo que recomendamos es que la gente busque un terapeuta o masajista profesional certificado”, dice Heimerich. “Derivamos a las personas a ese consejo para que sepan qué buscar si están considerando un masajista”.

Si bien las personas que se sienten enfermas o desesperadas a menudo están dispuestas a hacer cualquier cosa con tal de sentirse mejor, existen riesgos al buscar un tratamiento ofrecido por alguien que no tiene licencia, como el caso de un sobador. Por ejemplo, la lesión puede agravarse y un masaje puede causarle más dolor o dejarlo discapacitado, afirma Heimerich, que urge a las personas ser cautelosos cuando busquen aliviar sus dolencias.

Hace casi cinco años que Guzmán sufre fuertes dolores de espalda por levantar equipaje pesado en el trabajo. Ha consultado con médicos, quiroprácticos y sobadores, pero ninguno lo ha curado. Su médico le dijo que debía descansar durante un mes para mejorarse, pero en su caso, dejar de trabajar no es una opción.

Como los masajes del sobador no lo curaron, decidió no volver. “El sobador no siente el dolor que uno siente”, dice. “Hace el masaje y dice solamente, ‘Ya casi terminamos’, pero no perciben el dolor que uno puede sentir”.

Los defensores del los métodos tradicionales de sanación señalan que la visita al médico también tiene sus riesgos. “Siempre que uno busca ayuda para mejorar la salud se enfrenta a riesgos y beneficios”, dice Krochmal. “De hecho, es nuestra responsabilidad como médicos explicar los riesgos y los beneficios al paciente antes de comenzar con cualquier tratamiento. Es importante para nuestros pacientes y la comunidad tener confianza en nosotros, así pueden buscar un tratamiento médico para los síntomas que les preocupan”.

“Los métodos de sanación tradicionales y occidentales pueden combinarse”, agrega Krochmal, fundador de Proyecto Jardín, el huerto de plantas medicinales de la comunidad cerca de White Memorial Hospital donde trabaja.

Algunas personas eligen visitar al sobador porque no confían en los médicos y prefieren seguir la tradición.

Abraham Flores creció en Boyle Heights con su abuela que era sobadora. Dijo que consulta al sobador para algunas cosas, como dolor de espalda o de estómago, pero que visita al médico cuando siente que tiene algo más serio.

“Mi familia se siente más cómoda con los médicos mexicanos y con los sobadores. Yo, por otra parte, me siento más cómodo con un médico estadounidense cuando realmente siento que tengo algo malo”, dice Flores.

Otro motivo claro por el cual las personas visitan a un sobador es que puede resultarles mucho más barato que la consulta al médico. Granadas dice que las personas le pagan lo que quieren y que a veces no les cobra nada. “Yo comencé aquí desde chiquito, a mí me daban cincuenta centavos, un dólar, dos dólares, tres dólares, cinco dólares, y eso era lo más que me daban”, dice Granadas.

Pero las sesiones de sanación con algunos sobadores pueden costar hasta 50 dólares, dependiendo de la gravedad de la dolencia.

Para mejorar el proceso de sanación algunos sobadores también usan hierbas y lociones que se compran con frecuencia en una botánica. Estas tiendas minoristas venden medicinas tradicionales y artículos espirituales, como pociones para el amor, figurillas, santos, velas para orar y otros objetos que se cree que tienen poderes mágicos. Los sobadores compran en las botánicas, al igual que las personas que buscan remedios baratos para tratar males como el dolor de estómago y la artritis.

Ochoa, de 38 años, continúa visitando regularmente al sobador, aunque no se ha recuperado totalmente de la lesión en la espalda, probablemente causada por cargar todos los días maquinaria pesada de jardinería. “Me hizo relajar cuando me ajustó, pero no me dio ninguna medicina”, dice Ochoa.

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