Democracia, internet y capitalismo

La libertad que nos presenta el internet se perderá paulatinamente y dejará que las grandes empresas económicas hagan y deshagan la información

En esta era del internet, de la revolución social del Facebook y de otros utensilios extraordinarios del ciberespacio, la democracia debería haberse robustecido y adquirido algún tipo de autonomía frente al sistema económico prevaleciente.

Como dice un dicho muy conocido, “más sabe el diablo por viejo que por diablo”. El capitalismo todavía domina y determina cuanto encuentra en su camino. Cuando hay algún indicio de democracia participativa, este sistema económico se encarga de minimizarlo y algunas veces de aniquilarlo.

En las elecciones de 2008, el poder del Internet pareció crearnos un camino ejemplar hacia la democracia participativa. Es decir a un proceso electoral donde el interesado a ser gobernado (el ciudadano) encuentra en la sociedad civil los mecanismos idóneos para hacer restablecer y reivindicar sus intereses individuales y políticos en forma libre y soberana.

En este periodo, los núcleos de dominación capitalista todavía no aparecían. Por lo menos no se los veía o sentía. Muchos usuarios del Internet, particularmente los jóvenes, se comunicaban e intercambiaban opiniones en torno a la política del Estado sin alguna traba por parte del gobierno u otras organizaciones políticas.

Los diversos blogs -sin importar la ideología política del blogueador- que surgieron en este periodo han sido fiel reflejo del crecimiento de una democracia participativa.

No sólo los blogueadores tuvieron un amplio terreno para expresar sus opiniones a través del Internet, sino también sus lectores. Todos ellos tuvieron espacios libres para responder a las propuestas presentadas en el Internet.

Por su parte, los otros medios de comunicación convencionales, particularmente las cadenas de televisión, raras veces invitan a la participación individual. Por el contrario, a menudo sucumben a la fortuna de las élites económicas, quienes normalmente tienen capacidad de pagar spots carísimos.

Los de abajo, o una persona común y corriente, casi nunca tienen la oportunidad de hacer público sus inquietudes e intereses políticos a través de estos medios convencionales de comunicación.

A medida que el Internet se convierte en un mecanismo más de los grandes magnates y poderosas empresas económicas, esta forma de comunicación poco a poco se irá transformando –como la televisión y la radio- en órganos de manipulación de las grandes empresas económicas.

Facebook recientemente se lanzó en el mercado bursátil de Wall Street, tal como lo hicieron Microsoft Computers, Google y otras empresas de Internet. Su ingreso permitió a los accionistas de esta empresa jugosas sumas de dinero en ganancias. Pero al mismo tiempo su entrada a la Bolsa de New York significa también mayor agresividad de inversionistas financieros y más influencia en su forma de conducir sus espacios de comunicación.

Así, dentro de uno años, tal vez en algunos meses, la libertad que nos presenta el Internet se perderá paulatinamente y dejará que las grandes empresas económicas hagan y deshagan la información.

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