Familiares no pueden entender el suicidio de Joel

Sin alternativas para lidiar con el acoso, niño ve la muerte como una salida

La madre del Joel Morales, Lisbeth Babilonia, no puede contener el dolor por la muerte de su pequeño de 12 años ya que hizo todo lo que estuvo en sus manos.

La madre del Joel Morales, Lisbeth Babilonia, no puede contener el dolor por la muerte de su pequeño de 12 años ya que hizo todo lo que estuvo en sus manos. Crédito: Humberto Arellano / EDLP

Manhattan – El sistema le falló a Joel Morales, 12 años: la escuela PS 102 y la PS57, la vivienda pública donde vivía en El Barrio y hasta la policía . Sólo su madre respondió a sus gritos de ayuda.

“Hice todo lo que tenía que hacer: hablé a la escuela, reporté a la policía, pedí a la vivienda pública que nos cambiaran de apartamento…él me decía todos los días mami yo me quiero ir”, cuenta entre sollozos su madre, la puertorriqueña Lisbeth Babilonia que tiene que hacer continuas pausas para recomponerse.

Babilonia dice tener prueba documental de sus gestiones y una testigo que la acompañó a muchas de ellas: la administradora social de su caso.

El martes Joel no pudo más y se suicidó en el baño de su casa en el 300 East de la calle 115 en Manhattan, mientras su madre le buscaba por las calles del barrio preocupada porque no había regresado del programa de actividades extraescolares. Cuando regresó al apartamento, a eso de las 11:30 pm, lo encontró ahorcado.

El adolescente es la última víctima mortal de la intimidación y acoso por otros estudiantes que además eran vecinos de viviendas públicas próximas y con los que se encontraba continuamente en la escuela y en la calle. A pesar de que su madre logró que le cambiaran de la escuela PS 102 a la PS 57 los chicos siguieron acosándole. Desde abuso verbal y emocional al físico con lanzamiento de tubos y palos Joel pasó por todo.

“Cada vez que pasaban por su lado le golpeaban, hablé con la escuela pero no hicieron nada y le tuve que cambiar porque hasta le agarraban por el cuello”, cuenta Babilonia.

Hace apenas dos semanas el grupo, jóvenes afroamericanos que viven en el edificio de al lado, le robó la bicicleta con la que gustaba pasear siempre sin alejarse del edificio. Asustado entró en la farmacia de la esquina donde trabaja Geraldine López, vecina y amiga de la familia y que a veces le acompañaba hasta la puerta de la escuela.

“Me fui a por ellos y cuando llegamos querían pegarle y les dije si tú le vas a dar a él me tienes que dar a mi primero”, recuerda la joven, que se hizo pasar por hermana del niño y logró que le devolvieran la bicicleta.

Según algunos vecinos lo que le llevó al límite fue cuando se metieron con su padre al que no conoció porque falleció cuando tenía solo cuatro meses. Su madre desmiente que sea cierto que su esposo se suicidó como han publicado algunos medios. “No es verdad, ese día había cobrado y le mataron, le tiraron desde el tejado de un edificio de seis pisos”.

En la puerta del edificio no hay espacio para las notas de amor que le han dejado amigos y vecinos junto a velas y flores. Todas las personas que entrevistamos describen a Joel como un niño amable y sonriente.

“Siempre la saludaba a una, hablaba con una y te ayudaba si te veía con bolsas, todo el mundo le quería aquí”, declaró Gladys del Valle.

“Tenía educación, no era un niño malcriado”, afirma Mercedes Rivera quien dice que las pandillas se han apoderado de la zona y ya no se puede salir de noche.

Hasta Susana, la vendedora de piraguas y yogures junto a la escuela recuerda especialmente a Joel: “Era de todos los días, pasaba con sus amiguitos y compraba una piragua y aunque no comprase preguntaba”.

En el apartamento familiar todo habla de Joel. Su cuarto lleno de trofeos deportivos a pesar de que era asmático, una foto con el alcalde Michael Bloomberg cuando visitó el proyecto, sus fotos de graduación… “Le gustaban las matemáticas y era un buen estudiante”, recuerda su madre.

“Él era mi locura, era mi vida, cualquier cosita que me pasara me llamaba”, confiesa su abuela Odda Rivera.

Alex Douglas vecino y tío de una de las amigas de Joel considera que los matones le acosaron por ser un buen chico y porque ven la amabilidad como una debilidad. “Él siempre estaba feliz, tenía un montón de amigos en el vecindario y siempre estaba en su bicicleta”.

Puestos en contacto con el Departamento de Educación declinaron hacer ningún comentario sobre el caso, salvo que habían enviado un equipo de crisis a la escuela PS 57 con el fin de que ayude a estudiantes y profesores a superar esta tragedia.

En la escuela PS 57 rehusaron responder a nuestras preguntas y la Autoridad de la Vivienda Pública (NYCCHA) contestó que para respondernos la familia debería firmar un formulario de consentimiento.

Sin embargo,explicaron que existen muchas razones por las que las tranferencias no puedan realizarse como la disponibilidad de apartamentos. De todas formas la agencia dijo que está conciente de la seguridad de sus inquilinos y que cuenta con un programa para brindar ayuda en casos de acoso, violencia doméstica, e intimidación de testigos, entre otros.

La familia aún no ha decidido donde realizarán el funeral y el cuerpo de Joel continua en la Oficina del Examinador Médico.

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