Cómo hacer para que la justicia se equivoque menos

Después de permanecer 18 años en una prisión de Nueva York por un crimen que no cometí, me da mucha pena que Nueva York siga sin proteger a aquellos ciudadanos que han sido juzgados injustamente.

En el verano de 1991, mientras yo planeaba una carrera en el profesión médica, fui injustamente acusado de un crimen en Nueva York y recluido en una cárcel de máxima seguridad por más de 18 años. Mi “inocencia” fue comprobada a fines del 2009, cuando finalmente fui liberado y reunido con mi esposa y mi familia. La identificación equivocada de presuntos criminales por parte de testigos visuales del crimen es responsable por el 75% de personas sentenciadas a prisión erróneamente. Este factor más la mala conducta de policías (incluyendo la falta de investigación de testigos claves y el uso de testimonios falsos) fue lo que inició mi lucha legal.

Yo viví en una celda de 6×9 pies por 6,700 días hasta que finalmente abogados trabajando pro-bono ayudaron a que mi caso fuera exonerado y se me diera un perdón judicial. Esos 18 estresantes años en prisión me expusieron a abusos físicos de parte de otros prisioneros y oficiales. Y ni mencionar el daño psicológico que me llevó al borde del suicidio. Estar encarcelado era humillante, degradante y me forzó a analizar mi existencia en un mundo de peligro, miseria y tristeza diaria.

Después de ganar mi onceavo intento a un perdón judicial, por fin conseguí mi libertad. Casos como el mío, donde no hay prueba de ADN son más difíciles de resolver que casos en los que existe la evidencia de ADN (que ya en sí, son muy difíciles de comprobar). Casos sin ADN requieren más investigación y la presentación de documentos legales muy complejos. El ADN sólo exonera a una pequeña fracción de convicciones erróneas, la mayoría enfrenta obstáculos como los que enfrenté yo.

Es difícil pensar que el Senado de Nueva York se niega a crear reformas en la identificación por parte de testigos de crímenes que puedan proteger a personas inocentes. Tales reformas en 1991 pudieron haber prevenido mi injusto encarcelamiento. Los testigos adolescentes que me inculparon en el crimen lo hicieron mientras que yo fui forzado a sentarme en vez de mantenerme parado, escondiendo así mi peso y tamaño- los cuales eran diferentes al del supuesto culpable del crimen.

Confesiones falsas es otra de las mayores causas de convicciones erróneas, lo cual también podría ser mejorado con la creación de una reforma al sistema legal.

El 1º de mayo la organización Proyecto Inocencia (Innocence Project) y yo nos reunimos con concejales puertorriqueños y afro-americanos en Albany para pedir al estado que se creen reformas en el sistema judicial que proteja a todos lo neoyorquinos. Le expliqué a los concejales que cada vez que una persona inocente es mandada a prisión, el verdadero criminal se encuentra libre. Al final, todos acordamos en trabajar juntos otra vez.

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