El huesero del vecindario que cura las lesiones

Un joven mexicano dice curar torceduras, fracturas y hasta dolores musculares

El huesero mexicano Gerardo Tehuitzil-Morales muestra algunas técnicas de masaje con la yema de los dedos presionando en las muñecas o en el antebrazo y utilizando los codos para calmar el dolor de hombros o de cuello cuando se necesita.

El huesero mexicano Gerardo Tehuitzil-Morales muestra algunas técnicas de masaje con la yema de los dedos presionando en las muñecas o en el antebrazo y utilizando los codos para calmar el dolor de hombros o de cuello cuando se necesita. Crédito: Fotos Zaira Cortes / EDLP

El Bronx.- Lejos de acudir a un quiropráctico para acomodar un hueso dislocado, muchos latinos prefieren que las manos de un “sobandero” sean las que pongan fin al intenso dolor. Muy similar a los pueblos de nuestros países, los “hueseros” de Nueva York arreglan desde un cuello adolorido hasta un tobillo hinchado.

Los hueseros o sobanderos son especialistas en las técnicas para tratar malestares relacionados con el sistema músculo-esquelético. Generalmente curan fracturas, torceduras y dolores musculares.

En la sección de Pelham Parkway, en El Bronx, el mexicano Gerardo Tehuitzil-Morales, practica las técnicas que su abuela le enseñó desde niño. Usando la palma de la mano, yemas de los dedos, puños y codos, el hombre acomoda huesos zafados y tendones endurecidos, todo depende de la parte del cuerpo que requiere tratamiento.

Tehuitzil-Morales recurre a la sobada, el masaje y la “friega” para localizar el hueso dislocado, pero antes de iniciar el proceso, pide permiso a la Virgen de Guadalupe para curar al paciente.

“Mi abuela me enseñó que mis manos son un simple instrumento y que sólo Dios es el que cura”, indicó.

Aunque su imagen no es la del tradicional curandero anciano que muchos esperan ver, este joven sobandero de 30 años acomoda huesos desde los 17.

“No cualquiera puede aprender este oficio”, dijo Tehuitzil-Morales. “Se nace con un don especial para aliviar el dolor de otros”.

Antes de iniciar una curación, el sobandero coloca aceite mineral en la piel, para facilitar la ubicación exacta del hueso zafado con la yema de los dedos. Una vez localizado, Tehuitzil-Morales unta en la zona una mezcla tibia de cera y eucalipto.

“Cada curandero tiene su técnica. La que yo uso es un secreto de familia que ha pasado de generación en generación, y algún día se las enseñaré a mis hijos”, indicó.

Tehuitzil-Morales explicó que el aprendizaje se efectúa por transmisión oral, observación, experiencia y práctica.

“Yo cobro lo que la gente está dispuesta a dar. Mi abuela siempre dijo que hay que dar para recibir, por eso ayudo a la comunidad”.

El hombre dijo que sus clientes son sudamericanos y mexicanos, y que muchos de ellos viajan desde Nueva Jersey para curarse.

“Si la herida es muy grave, prefiero enviar al paciente al hospital. Un buen sobandero sabe cuando no puede hacer nada para curar”.

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