Un mundo fascinante

'Prometheus' sumerge al espectador a la mejor ciencia ficción

Logan Marshall-Green (izq.), Noomi Rapace y Michael Fassbender (der.)  en 'Prometheus'.

Logan Marshall-Green (izq.), Noomi Rapace y Michael Fassbender (der.) en 'Prometheus'. Crédito: 20th Century Fox

En 1979, Ridley Scott describió el mundo futuro de la oficial Ripley (encarnada por Sigourney Weaver) a bordo del Nostromo -y su terrorífico enfrentamiento con una criatura extraterrestre- en Alien, su segundo largometraje que realizó solo tres años antes que su otra maestra en el campo de la ciencia ficción, Blade Runner (1982).

En 1986, James Cameron, después de Terminator (1984) y muchos años antes de arrasar taquillas con Titanic (1998) y Avatar (2010), firmó Aliens, la muy distinta pero igual de fascinante continuación, también protagonizada por Weaver.

Esta repitió papel en Alien 3 (1992) -el debut tras las cámaras de David Fincher, el director de The Girl with the Dragon Tattoo y Seven? y en Alien: Resurrection (1997) -filmada por el francés Jean-Pierre Jeunet (Amélie)?.

Ninguna de estas dos mantuvo el nivel de éxito y acierto de las dos primeras y extraordinarias partes.

Hoy, 33 años después de Alien -y justo tres décadas tras la llegada de Blade Runner, el último filme fantástico de Ridley Scott-, se estrena Prometheus, que recupera el mundo de la cinta original para explicar cómo se llegó a él y, de paso, plantear muchas preguntas, no solo acerca de la saga -quién era el “jinete espacial” que tripuló la nave descubierta en la primera parte, por ejemplo-, sino también sobre la Humanidad -¿quién nos creó? ¿Cuáles eran sus intenciones?-.

Prometheus, clasificada R, triunfa en su visión fascinante del mundo futuro, en su impresionante textura visual, en sus descripciones de planetas y razas alienígenas, en sus impecables efectos visuales y en su ajustado reparto.

Trailer de Prometheus

En lo único donde la cinta del director de Gladiator cojea es en, precisamente, su afán por abarcar tanto tema filosófico, religioso y moral.

En el centro de todo ello, una pareja de científicos: Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) y Charlie Holloway (Logan Marshall-Green), quienes logran que una multinacional financie una expedición espacial en busca de nuestros orígenes.

El propietario de la compañía es Peter Weyland (Guy Pearce), un octogenario que deja en manos de Meredith Vickers (Charlize Theron) el control de Prometheus, la nave donde se lleva a cabo la misión y en la que también viajan el capitán Janek (Idris Elba) y David (Michael Fassbender), un robot que sigue órdenes muy específicas…

Cuando Prometheus llega a un planeta donde Shaw y Holloway localizan elementos descritos en tiempos prehistóricos, lo que allí encuentran no solo explica el origen de la humanidad sino que también podría causar su exterminación…

Sumergirse en el mundo visual que Ridley Scott crea en Prometheus demuestra que el género de la ciencia ficción ha estado prácticamente huérfano, salvo muy contadas excepciones (y la mayoría de ellas en manos de Steven Spielberg), desde los tiempos de Alien y Blade Runner.

La sabiduría escénica del cineasta inglés no tiene parangón (la aparición del “jinete espacial”) y su dominio de la tensión narrativa (la magistral secuencia donde Shaw se somete a una sangrienta cirugía) logran dejar de lado algunos altibajos de un guión que, aquí y allá, parece necesitar de un refuerzo en sus diálogos (especialmente en los personajes secundarios, como el del capitán Janek, o en la conversación final entre Shaw y David).

Pero en tiempos donde el cine fantástico está en manos de realizadores mediocres (caso de Paul W.S. Anderson, firmante de Resident Evil o AVP: Alien vs. Predator) o de franquicias olvidables (Men in Black), la aparición de una cinta tan fascinante, inteligente y arrebatadora como esta debe ser recibida sin dudas ni quejas.

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