La engañosa movida migratoria de Obama

El reciente anuncio de inmigración del presidente Obama es una patraña moral y una movida política maestra.

Obama sostiene que su gobierno ya no deportará a jóvenes inmigrantes ilegales, si cumplen ciertos requisitos. Naturalmente, tanto la izquierda como la derecha están bastante estimuladas. Y sin embargo, si uno escucha el debate, está claro que ninguno de los dos bandos comprende lo que ocurrió -y, quizás es más importante, lo que no ocurrió.

El motor de la izquierda es la esperanza y el de la derecha, el temor. Pero ambas llegaron al mismo lugar: una total distorsión de la realidad. Los liberales -específicamente, los electores latinos que están a favor de la reforma migratoria y han sido abandonados por Obama en los últimos tres años y medio- están tan desesperados por tener finalmente al presidente por el que votaron que cada vez que Obama les lanza un hueso, lo ven como un biftec para la cena. Los conservadores -y más notablemente, los nativistas a quienes les inquieta que el país esté siendo invadido y “latinizado” barrio por barrio- están tan convencidos de que Obama está actuando contra el mejor interés de la nación que, cada vez que da un pasito en política migratoria, dicen que está yéndose a la izquierda.

Primero, comprendamos lo siguiente. No importa lo que digan los medios, ésta no es realmente una política nueva. La estrategia migratoria de Obama es como un restaurante que, de tanto en tanto, tiene un “gran estreno” con la esperanza de que el truco incite interés y atraiga clientes. Pero con la inmigración, lo único que Obama está tratando de atraer es el voto latino.

Ahora, con los bombos y platillos típicos de un año electoral, el presidente afirma que su gobierno dejará de hacer algo que no debería estar haciendo: deportar estudiantes.

La izquierda piensa que el anuncio de Obama significa que estos jóvenes son ahora estadounidenses plenos, que pueden perseguir sus sueños, escoger cualquier carrera que deseen y permanecer en el país por el resto de su vida. La derecha está designando la medida como una “amnistía” para inmigrantes ilegales, que socava el estado de derecho, usurpa el poder del Congreso y amenaza a los trabajadores estadounidenses.

Nada de eso es cierto. Ambos bandos suponen que la decisión tiene más peso del que realmente tiene. Básicamente, lo que ha hecho Obama es ofrecer a estos jóvenes un permiso de trabajo de dos años, nada permanente. Y eso ha creado falsas esperanzas.

Los latinos deben ser cuidadosos en no reconocerle a Obama más mérito del que se merece. Y los críticos del presidente deben ser cuidadosos en no ir tan lejos en sus ataques, haciéndole el juego a Obama y convenciendo a los latinos de que las migas que les han ofrecido es el máximo que obtendrán de cualquiera de los dos partidos.

Qué brillante maniobra del presidente -y para los jóvenes inmigrantes ilegales, qué cruel.

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