Félix Savón noquea la depresión

El temido ex campeón olímpico de boxeo tiene una nueva pasión: la pintura

Una escultura de madera del ex campeón mundial amateur de boxeo Félix Savón, que le dio un aficionado, junto a medallas y trofeos, en su casa en La Habana.

Una escultura de madera del ex campeón mundial amateur de boxeo Félix Savón, que le dio un aficionado, junto a medallas y trofeos, en su casa en La Habana. Crédito: AP / Franklin Reyes

LA HABANA/AP – El cuadro muestra una figura humana de espaldas al observador, con ropas desgarradas.

“Creo que es un autorretrato”, comenta el experto en arte Regino Rodríguez Boti. “Es como un corsé que se le va rajando. Expresa una visión muy humana de cómo quitarse las ataduras, los garrotes, muchos construidos por su propia persona y otros impuestos”.

El cuadro, “Creciendo”, no es obra de un pintor atormentado. El alma atormentada, en todo caso, pertenece al legendario tricampeón olímpico de boxeo Félix Savón.

El temido pugilista, que volteaba rivales como muñecos y acumuló 362 victorias a lo largo de su carrera, utiliza hoy sus manos letales para noquear la nostalgia y la tristeza con una nueva pasión: la pintura.

En una admisión inusual en un medio machista como el cubano, Savón reconoce que cuando se retiró en el 2001, luego de 20 años en el cuadrilátero -había cumplido 34 años, la edad tope fijada por la Asociación Internacional de Boxeo Amateur- cayó víctima de una depresión.

“El cambio fue muy brusco. Sentí un vacío muy grande, de repente me sentí inútil”, dijo Savón a Associated Press, sentado en el cuarto de los trofeos de su cómoda casa del barrio capitalino de Fontanar.

“Hago con el pincel lo que ya no puedo hacer con los puños. Con la pintura me desahogo, me quito el estrés porque reflejo lo que siento”, dijo con su hablado lento.

Savón relató que durante los tres primeros años después de colgar los guantes fue todos los días a la finca del Wajay, el cuartel general del equipo nacional de boxeo.

“Seguí haciendo lo mismo que cuando boxeaba. Corría, subía al ring, en mi cabeza no lograba tomar conciencia de que Savón boxeador se había acabado”, manifestó.

En el 2004, la Federación Cubana de Boxeo le dio un cargo administrativo que aún ocupa en la actualidad.

“Soy un hombre muy activo, en la oficina no me siento útil. Regresaba a la casa por la tarde, los niños estaban en la escuela, mi esposa en el trabajo, estaba solo, no sabía qué hacer y me ponía a mirar las fotos que tengo”, dijo Savón.

“Han pasado 11 años desde mi retiro, apenas ahora estoy tomando conciencia de eso y esclareciendo algunas cosas”, comentó Savón, de 44 años.

No ha vendido ningún cuadro, pero una cosa está clara: Ya ha hecho cinco exhibiciones de sus obras y no es una celebridad que hace dibujitos infantiles para explotar su fama. Son composiciones profundas que revelan una sensibilidad artística y las tribulaciones de un ser humano.

Durante la visita de AP, Savón buscó un cuadro en el que está trabajando entre varios que tiene desordenadamente apoyados en una pared. “El campeón fuera del ring” es el título de esta obra en blanco y negro, que muestra un boxeador sobre el cuadrilátero y cuatro marcas con tinta negra que representan los puños fuera del ring.

“Savón tiene la frescura, la ingenuidad, que muchos maestros de las artes han tratado de encontrar. Eso se tiene o no, y él lo tiene por naturaleza”, dijo Rodríguez Boti, director del Centro de Arte y Literatura de Guantánamo, que organizó la primera exposición del boxeador en el 2009.

En comunicación telefónica desde Guantánamo, Rodríguez dijo que Savón tiene un estilo “naive o ingenuo”.

“Después de gozar de gran reconocimiento, Félix pasó a una vida de anonimato. Para él la pintura es una válvula de escape y una vía para volver a lograr cierto reconocimiento”, opinó.

Vestido con una camiseta blanca del equipo Cuba, Savón luce atlético, por más que pese unas 20 libras más que cuando boxeaba. Su casa está repleta de los trofeos, copas, medallas y diplomas que acumuló durante su fructífero andar por el ring.

Savón interrumpió sus recuentos para despedir a su esposa María Dranguet, la madre de sus cinco hijos, Félix Mario (boxeador del equipo Cuba de sub-17) y María Félix, gemelos de 16 años; Draysel de 15, Félix Javier y Félix Félix, también gemelos de 13 años.

Dranguet vivió junto a su esposo los difíciles años después del retiro.

“Félix sabía que ese momento iba a llegar, lo esperaba pero no estaba preparado. A veces, sobre todo cuando se siente triste, lo vemos aislarse, ensimismarse, entonces le baja la musa y pinta lo que siente”, dijo.

Además de la pintura, Savón sigue con intensidad el desarrollo de su hijo mayor, Félix Mario, integrante del equipo Cuba de su categoría de edad.

“Ver mi hijo boxear hace que me sienta vivo de nuevo, me hace sentir una gran felicidad y me ayuda mucho. Hay otro de los más pequeños que también tiene talento si quiere subir al ring, pero hay que esperar y ser paciente”, comentó Savón.

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