Aprender a decir ‘hola’ con mucho ritmo

En bibliotecas de NY, los pequeños se inician en el bilingüismo cantando

En clases de Bilingual Birdies, la facilitadora Shae Fiol toca instrumentos y canta en español e inglés para que los niños aprendan y comprendan un nuevo idioma.

En clases de Bilingual Birdies, la facilitadora Shae Fiol toca instrumentos y canta en español e inglés para que los niños aprendan y comprendan un nuevo idioma. Crédito: Carolina Ledezma / EDLP

Manhattan.- “Uno, dos, tres… y diez”, contaban los niños en español siguiendo a la jirafa Hilda que comía, una a una, las hojas de un árbol imaginario en el tercer piso de la Biblioteca Pública Epiphany, en Manhattan. “Arriba, abajo”, decían saltando como resortes. Los más grandes del grupo, de edades entre cuatro meses y cinco años, ponían sus manos sobre su “cabeza, cintura, rodillas y piernas”, mientras pronunciaban las palabras que escuchaban.

Los más pequeños no se quedaban atrás: lo hacían con ayuda de sus niñeras y mamás.

Durante 45 minutos, chicos para quienes el español no es lengua materna captaban como esponjas cómo decir siesta, buenas tardes y gracias. Ese miércoles de junio, a juzgar por sus sonrisas y saltos, lo que hacían era muy divertido. Con el método de Bilingual Birdies, creado por la docente californiana Sarah Farzam, la música es un gran instrumento para educarlos en el conocimiento de nuevas lenguas.

Farzam, de madre mexicana y padre iraní, y su grupo multicultural ofrecen clases privadas y grupales por toda la ciudad. Pero, desde diciembre hasta el final del verano, también lo hacen de manera gratuita en decenas de bibliotecas públicas como Columbus, Epiphany y Grand Central, en Manhattan, y Clason’s Point, Castle Hill y Seward Park, en El Bronx.

Ese día, la hondureña María Algorín llevó a Sammy Katz, la niña de dos años que cuida todos los días. “En realidad, en sólo seis meses ha aprendido muchísimo”, acota la niñera. Muy vivaz, Sammy no perdía detalle de lo que la educadora de origen mexicano, Shael Fiol, pedía que hicieran. “Ella le dice a todo el mundo que habla español y ahora hasta su papá sabe qué quiere decir ‘bulla’”, comenta bromeando.

“Se les enseñan palabras básicas, colores y números, pero también frases completas como ‘tengo hambre’”, explica la educadora del método que combina nociones básicas de educación temprana, música y enseñanza idiomática. Farzam escribe todas las canciones que se usan en las sesiones y en escena los facilitadores tocan en vivo la guitarra e instrumentos de percusión.

Graduada en Literatura, esta californiana trabajó en escuelas públicas de su estado y de Nueva York, antes de crear su propia empresa hace cinco años. Sus primeras “alumnas” fueron sus dos sobrinas, comenta bromeando. Hoy su grupo -en el que coinciden facilitadores de Taiwán, Puerto Rico, México, Israel y Francia- sirve a más de 1,400 niños por semana en clases de español, francés, inglés y mandarín.

Su empresa también prepara otros docentes para que utilicen su método en las escuelas.

Según Farzam, International Preschools, Children Aid Society y The Educational Alliance son algunas de las instituciones que han contratado sus servicios profesionales para capacitar a su personal.

En una audiencia que parecía una sesión de las Naciones Unidas, la polaca Betty N. contemplaba a su hija bailando. “En casa nadie habla español, pero sí francés, inglés y polaco, pero para ella es muy positivo también aprender otra lengua”, dice la madre que es asidua a la biblioteca de la calle 23 de Manhattan. En la clase, la pequeña, de dos años, fue una de las más activas, especialmente cuando llegó la hora de tocar las maracas.

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