Dan la vida por el León

“¡Ayyyyy…ayyyyy… ayyyyy!

No vale nada la vida/ la vida no vale nada, comienza siempre llorando/ y así llorando se acaba/ por eso es que en este mundo, la vida no vale nada”.

“Bonito León, Guanajuato, su feria con su jugada/ahí se apuesta la vida y se respeta al que gana/ allá en mi León Guanajuato, la vida no vale nada”.

El eco de las estrofas de esta canción resonó ayer por todo lo alto del Home Depot Center, en donde miles de aficionados se dieron cita para soltar a la fiera que llevan dentro.

El inmueble de Carson se convirtió en la cueva del León, de ese León al que le tomó 10 años para regresar a la Primera División del futbol mexicano.

El color esmeralda dominó el paisaje del estacionamiento que dos horas antes del partido estaba lleno de fieras.

Ataviados con sus camisetas verdes, y con una enorme cabeza dorada de un león rugiendo, los aficionados del equipo de Guanajuato se hicieron presentes para presenciar el juego contra Santos Laguna en el evento denominado Copa Campeón de Campeones.

Para sus seguidores, el Club León F.C. es mucho más que un equipo de futbol; es una devoción, es, sin más ni más, la vida misma.

“Es una emoción muy grande estar aquí, dan ganas de llorar”, confesó Jorge González.

El residente de Culver City es originario de la ciudad de León y hace 30 años llegó a Los Ángeles.

En su infancia, González vivía a cinco cuadras del estadio de los Panzas Verdes, y era tal su pasión por el equipo de sus amores, que muchas veces se escapó de la escuela para irse a ver los entrenamientos del conjunto esmeralda.

“En León se habla, se come, se respira y se sueña con el futbol, no hay otra cosa más importante”, señaló el hombre de 44 años que llegó al Home Depot junto a su esposa Isabel, su hija Michelle de 20 años y su sobrino Alan de siete.

González recuerda al equipo del León que en las décadas de los 70s y 80 generaba gran futbol en los botines de gente como Walter Mantegazza, el “Chepe” Chávez e Isidro Caballero.

“Era un equipazo”, recordó el aficionado leonés de hueso colorado.

Llegar a California no le impidió a González seguir los pasos de la fiera.

Los 10 años que el León pasó en la División de Ascenso fueron dolorosos para este hombre que se dedica a la restauración de muebles y pintura de interiores.

“Nunca perdí la esperanza de volver a ver a mi equipo en la Primera División”, dijo.

Cuando el cuadro esmeralda logró su ascenso al máximo circuito, apenas hace un par de meses, González cuenta que lloró de emoción: “Este equipo es mi vida”, afirmó.

O como hubiera dicho el gran José Alfredo Jiménez: Sin el León la vida de Jorge González, y la de miles de leoneses, “no vale nada”.

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